SANTOYO: A LOS SANTOYANOS DEL DESTIERRO Hay santoyanos que...

A LOS SANTOYANOS DEL DESTIERRO

Hay santoyanos que están lejos,
Lejos en kilómetros
Y lejos en la nostalgia, en el recuerdo, en los años.
Están tan lejos que no hay carreteras en su mapa para llegar hasta Santoyo.
Santoyo solo está en el mapa de sus recuerdos.
Allí nacieron, allí jugaron, allí aprendieron a leer,
Pero tuvieron que irse muy lejos.
Nunca volverán, no tienen nada, no tienen a nadie.
¿De quién es Santoyo? De los que tienen Santoyo, de los que los tiene Santoyo a ellos.
Pero para los otros Santoyo solo es eso, un brillo en el aire,
Un cielo azul al mediodía,
Una niñez pobre, quizás un poco sucia,
Una casa que se caía; si no escapabas pronto, te pillaría debajo,
El barro alrededor del Caño en invierno, y en todas las calles,
Y el oro en verano,
Todo era oro en verano, en las eras y en el corazón.
Ellos nunca volverán a Santoyo,
Hay una enorme cordillera infranqueable
Desde sus barrios abarrotados, autobuses pintarrajeados, portales mugrientos.
Santoyo está al otro lado de un inmenso océano.
Cada día que pasa están más lejos de Santoyo y más cerca de la muerte,
La muerte los aleja de Santoyo.
Quizás Santoyo en su memoria ya no se parece al Santoyo real.
Aunque quieran llegar a Santoyo las carreteras se tuercen,
el mapa se dobla y regresan en una pesadilla al punto de partida.
Son los santoyanos exiliados,
La famila tal que vivió en tal calle,
La que vivió en tal casa que quizás ya no existe,
El niño que corrió por tal calle que quizás ya no reconocería.
Ellos nunca volverán a Santoyo.
Ya nadie recuerda sus nombres,
Quizás una confusa vaguedad del apodo de su familia, quizás un parentesco lejano.
Son los santoyanos para los que Santoyo ya solo está en su corazón.
A vosotros, santoyanos del destierro,
Que quizás leéis esta líneas,
Yo os saludo con abrazo, hermanos.