Se me hace la boca agua recordando las sopas de esta clase que hacía mi abuela en la hornacha que había debajo de la trebede, en cazuela de barro, al fuego lento de la paja y el rescoldo que se hacía. ¡Un verdadero manjar para el paladar!. Se las consideraba comida de pobres. ¡Que buenas! Yo me tiraba media hora con una cuchara rascando hasta que dejaba la cazuela limpia que casi no hacía falta fregarla. Esta clase de sopas de ajo turradas en cazuela de barro y a fuego lento, hoy son un verdadero manjar que no tiene precio. Pura, el "truco de la sal en las sartenes" quizás no me he explicado lo suficientemente bién, es para las sartenes antiguas de hierro que al fregarlas con jabón se quitaba la lubricación adquirida con usarla solo para freir.
Una vez lavada y seca antes de volverla a usar para freir, se le echa un puñado de sal fina y se frota con la mano por todo su interior, se retira la sal y... ¡lista para usar! Exactamente prima Rosa, esa es la diferencia de unas sopas de ajo a otras, a mi como ya dije las que más me gustan son las turradas, cuándo ya no quedaba nada en la cazuela, yo con el cuchillo o cuchara, me tiraba media hora dale que te pego, cada vez que sacaba un trozito iguál que una uña lo llevaba a la boca y estaba sabrosísimo, o almenos a mi me lo parecía, igual era por la carencia de cosas que teníamos, ya que aquellos eran otros tiempos, yo creo que a la mayoría os pasase lo mismo, sí es...