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PRIVILEGIADO ALTOZANO
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Este altozano, siempre fue protagonista en el día a día de los habitantes de Sotobañado, por estar erigida en él la sencilla ermita donde se venera a la Virgen bajo la advocación de "Los Milagros".
Este cerro que en más de una fotografía se le muestra labrado, no fué siempre así, yo le recuerdo de tierra baldía donde en época de lluvias crecían una variedad de hierbas entre cardos, que durante el estío terminaban secándose asfixiados por el fuerte calor del sol, que por norma soporta la estepa castellana.
En la ladera y junto al camino (también existía) que en la imagen se ve, era el lugar donde crecía la madreselva silvestre que en el anterior correo es la protagonista, con la imagen que mejor la definía.
Ella, acompañada de un alto arbusto de majuelo que le permitía que sus ramas treparan por él, como queriéndose arropar mutuamente. Consiguiendo ambos, poner una pincelada de color, olor y frescura al paisaje agostado que el verano ofrecía.
En la parte del camino donde había varios olmos, protegidas con su sombra y entre zarzas, abundaban más.
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Este altozano, siempre fue protagonista en el día a día de los habitantes de Sotobañado, por estar erigida en él la sencilla ermita donde se venera a la Virgen bajo la advocación de "Los Milagros".
Este cerro que en más de una fotografía se le muestra labrado, no fué siempre así, yo le recuerdo de tierra baldía donde en época de lluvias crecían una variedad de hierbas entre cardos, que durante el estío terminaban secándose asfixiados por el fuerte calor del sol, que por norma soporta la estepa castellana.
En la ladera y junto al camino (también existía) que en la imagen se ve, era el lugar donde crecía la madreselva silvestre que en el anterior correo es la protagonista, con la imagen que mejor la definía.
Ella, acompañada de un alto arbusto de majuelo que le permitía que sus ramas treparan por él, como queriéndose arropar mutuamente. Consiguiendo ambos, poner una pincelada de color, olor y frescura al paisaje agostado que el verano ofrecía.
En la parte del camino donde había varios olmos, protegidas con su sombra y entre zarzas, abundaban más.