Durante la inquisición se persiguió a los herejes y a todas aquellas personas que les apoyaron, a los que practicaron la brujería; el castigo consistía en quemar vivo al reo, para que le perdonara, sus culpas y pecados.
Algunas de las penas menores de la picota siempre erigida en lugar público y visible como acción coercitiva, era la entrada al pueblo o plaza. Allí los ataban durante un tiempo determinado, según la gravedad del delito; con el fin de que todos se enterasen de su falta y se sometieran al escarnio público, la gente les insultaba y les arrojaba toda clase de productos; también se les azotaba públicamente o, con el cuerpo semidesnudo se le untaba de miel, para que todo tipo de insecto que es atraído por ella, les atormentase (siempre habría la mosca cojonera).
Gran tormento siendo penas leves, no solo para los condenados aún siendo culpables, porque algún inocente también caería; detrás de cada reo había una familia (Me pongo en su lugar) que también sufría... hasta con la impotencia de no poderle dar ni tan siquiera unas palabras de consuelo.
De aquí viene la frase "Ponerse en la picota".
Algunas de las penas menores de la picota siempre erigida en lugar público y visible como acción coercitiva, era la entrada al pueblo o plaza. Allí los ataban durante un tiempo determinado, según la gravedad del delito; con el fin de que todos se enterasen de su falta y se sometieran al escarnio público, la gente les insultaba y les arrojaba toda clase de productos; también se les azotaba públicamente o, con el cuerpo semidesnudo se le untaba de miel, para que todo tipo de insecto que es atraído por ella, les atormentase (siempre habría la mosca cojonera).
Gran tormento siendo penas leves, no solo para los condenados aún siendo culpables, porque algún inocente también caería; detrás de cada reo había una familia (Me pongo en su lugar) que también sufría... hasta con la impotencia de no poderle dar ni tan siquiera unas palabras de consuelo.
De aquí viene la frase "Ponerse en la picota".
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