EL CAMINO A LA ERMITA QUE YO CONOCÍ
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Comenzaba la década de los sesenta época en que España sufrió un cambio, las gentes de los pueblos, sobretodo las familias que se sustentaban de labrar las tierras cada día se empobrecían más y la única salida que tuvieron fue emigrar a las grandes ciudades; o no tan grandes pero con indústrias.
Los primeros en marchar en la búqueda de un porvenir mejor, eran las jóvenes mujeres en edad de trabajar y luego le seguirían los hermanos después de pasada la milicia, (entonces obligatoria) para terminar marchando el resto de la familia y restablecerla de vuevo, como fue en mi caso.
El Sotobañado que yo viví, poco o nada tiene que ver con el actual; las casas todo el día con sus puerta abiertas, sus calles aunque de tierra, siempre concurridas de adultos con sus tares y niños jugando en el devenir del día a día.
El medio de transporte más habitual, era el burro, mula, caballo o carro tirado por uno de estos animales, también en bicicleta y si no el "coche de S. Fernado... un rato a pié y otro andando". Medios motorizados aún había muy pocos.
El camino de la ermita, el trazado de entonces era otro y solo llegaba hasta la ladera del montículo donde ésta se encuentra, el resto hasta la cima y sin tierras de cultivo era sendero; hecho por el caminar de las personas devotas que en días festivos no le faltaban.
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Comenzaba la década de los sesenta época en que España sufrió un cambio, las gentes de los pueblos, sobretodo las familias que se sustentaban de labrar las tierras cada día se empobrecían más y la única salida que tuvieron fue emigrar a las grandes ciudades; o no tan grandes pero con indústrias.
Los primeros en marchar en la búqueda de un porvenir mejor, eran las jóvenes mujeres en edad de trabajar y luego le seguirían los hermanos después de pasada la milicia, (entonces obligatoria) para terminar marchando el resto de la familia y restablecerla de vuevo, como fue en mi caso.
El Sotobañado que yo viví, poco o nada tiene que ver con el actual; las casas todo el día con sus puerta abiertas, sus calles aunque de tierra, siempre concurridas de adultos con sus tares y niños jugando en el devenir del día a día.
El medio de transporte más habitual, era el burro, mula, caballo o carro tirado por uno de estos animales, también en bicicleta y si no el "coche de S. Fernado... un rato a pié y otro andando". Medios motorizados aún había muy pocos.
El camino de la ermita, el trazado de entonces era otro y solo llegaba hasta la ladera del montículo donde ésta se encuentra, el resto hasta la cima y sin tierras de cultivo era sendero; hecho por el caminar de las personas devotas que en días festivos no le faltaban.