Panaderías -25% €/kWh

SOTOBAÑADO Y PRIORATO: EL FLAUTISTA DE HAMELÍN...

EL FLAUTISTA DE HAMELÍN
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Un cuento de toda la vida para contar a los más peques. El flautista de Hamelín es una leyenda escrita por los hermanos Grimm ocurrida en la ciudad alemana de Hamelín y que aqui os relato.

El alcalde de Hamelin soportó que los ratones se comiesen todo el queso y que hicieran sus ratoneras en los libros. Pero no pudo más cuando se cayó al sentarse en su sillón de reuniones, porque los ratones habían roído las patas.

Las buenas gentes de Hamelin concicían con los ratones. Comían y paseaban con ellos; y se los encontraban en los bolsillos, en las cazuelas, en las sábanas…

Cuando más desesperados estaban el alcalde y los vecinos, un joven flautista aseguró que podía solucionar el problema.
-Sólo os cobraría mil florines –ofreció el joven - ¡Y hasta cien mil os daría! –exclamó el alcalde.
Poniendo manos a la obra, el flautista subió sobre la fuente de la plaza, se llevó la flauta a los labios y… los ratones comenzaron a asomar sus hocicos y, poco después, decenas de miles acudían al centro de la plaza.
El flautista se encaminó entonces hacia la salida del pueblo, sacando alegres notas de su flauta. Una gran hilera de ratones, le siguió hacia las afueras del pueblo. En un santiamén, llegó al río, que discurría cerca de Hamelin. Luego el flautista se metió en el río hasta la cintura, y como los ratones no sabían nadar, se ahogaron todos.
Regresó después a la aldea, donde fue recibido como si se tratase de un héroe. Cuando el joven fue a cobrar lo prometido el alcalde le dijo: - ¡Me parece mucho cien mil florines por un trabajo tan corto! ¡Vuestro servicio no vale ni diez!.
El alcalde sonrió satisfecho. Pero no sabía que el joven volvió a tocar la flauta y se llevaba a los niños fuera del pueblo. Cuando los padres se dieron cuenta de su desaparición el alcalde tuvo que confesar la verdad: había intentado engañar al flautista.
Hamelín se convirtió en una aldea triste. El alcalde lloró y lloró; y cuando hubo derramado cien mil lágrimas, sonó una alegre musiquilla. Era el flautista, que regresaba; ¡y con él venían los niños, saltando y cantando alegremente! -Has pagado tu deuda con lágrimas – dijo el flautista al alcalde-; pero me conformo con eso. Aquella noche, los habitantes de Hamelín oyeron las alegres notas del flautista que se despedía.

LOS LABRADORES QUEMANDO LOS RASTROJOS ¿CONSEGUIRAN DOMINAR LA PLAGA? O... ¿LOS HAUYENTARAN HACIA OTRO LUGAR?