JUDÍAS PINTAS (FREJOLES)
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Es uno de los alimentos más antiguos conocido del hombre y ha formado parte importante de la dieta humana desde tiempos remotos. El frijol común empezó a cultivarse hace aproximadamente 7000 años A. C. en el sur de México y Guatemala. En México, los nativos cultivaron los frijoles blancos, negros y todas las demás variedades de color. Puesto que las culturas mesoamericanas de México se expendieron por el continente americano, estos frijoles y las prácticas de cultivo se propagaron poco a poco por toda Sudamérica a medida que exploraban y comercializaban con otras culturas. Cuando los conquistadores de la Península Ibérica llegaron al Nuevo Mundo, florecían diversas variedades de frijoles. Cristóbal Colón les llamó 'faxónes' y 'fabas' por su parecido a las habas del viejo mundo.
En cada país americano tenía nombre diferente según sus idiomas, en el Perú la planta es conocida como "poroto", "frijol" y "frejol", y las semillas como "porotos", "frijoles" o "frejoles" como se conocen en la provincia de Palencia.
Por años los nutricionistas han recomendado incluir legumbres en la dieta diaria por su alto contenido en fibra, proteína y ser baja en grasas.
Si bien los frijoles son excelente recurso de fibra, proteínas y minerales esenciales, son muchos los que se abstienen de consumirlos por los gases intestinales que pueden producir. Para disminuir los gases los expertos recomiendan:
Cambia el agua de remojo. No uses el agua del remojo para cocinar los frijoles. El agua del remojo contiene algunos de los azúcares que producen gas no digerible y aumentan con su consumo la producción de gases intestinales. Trata de cambiar el agua de remojo varias veces. Cuece los frijoles a fuego lento hasta que estén tiernos, esto los hará más fáciles de digerir.
Mi madre, cuando vivíamos en Sotobañado los solía hacer con un poco de arroz, así el almidón que contiene les daba espesor al caldo. En invierno época del puerro (hoy lo hay todo el año) aprovechaba para hacerlos con ellos (usaba todo puerro y porretas) El puerro los deja muy suaves al paladar y si una vez cocidos les echas aceite donde frías cebolla finamente laminada al que termines agregando un buen pimentón choricero sin que nada se queme, están... ¡BUENÍSIMOS!.
He de confesar que cuando tomé esta imagen, tenía más ganas de meterles mano que de hacer la fotografía.
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Es uno de los alimentos más antiguos conocido del hombre y ha formado parte importante de la dieta humana desde tiempos remotos. El frijol común empezó a cultivarse hace aproximadamente 7000 años A. C. en el sur de México y Guatemala. En México, los nativos cultivaron los frijoles blancos, negros y todas las demás variedades de color. Puesto que las culturas mesoamericanas de México se expendieron por el continente americano, estos frijoles y las prácticas de cultivo se propagaron poco a poco por toda Sudamérica a medida que exploraban y comercializaban con otras culturas. Cuando los conquistadores de la Península Ibérica llegaron al Nuevo Mundo, florecían diversas variedades de frijoles. Cristóbal Colón les llamó 'faxónes' y 'fabas' por su parecido a las habas del viejo mundo.
En cada país americano tenía nombre diferente según sus idiomas, en el Perú la planta es conocida como "poroto", "frijol" y "frejol", y las semillas como "porotos", "frijoles" o "frejoles" como se conocen en la provincia de Palencia.
Por años los nutricionistas han recomendado incluir legumbres en la dieta diaria por su alto contenido en fibra, proteína y ser baja en grasas.
Si bien los frijoles son excelente recurso de fibra, proteínas y minerales esenciales, son muchos los que se abstienen de consumirlos por los gases intestinales que pueden producir. Para disminuir los gases los expertos recomiendan:
Cambia el agua de remojo. No uses el agua del remojo para cocinar los frijoles. El agua del remojo contiene algunos de los azúcares que producen gas no digerible y aumentan con su consumo la producción de gases intestinales. Trata de cambiar el agua de remojo varias veces. Cuece los frijoles a fuego lento hasta que estén tiernos, esto los hará más fáciles de digerir.
Mi madre, cuando vivíamos en Sotobañado los solía hacer con un poco de arroz, así el almidón que contiene les daba espesor al caldo. En invierno época del puerro (hoy lo hay todo el año) aprovechaba para hacerlos con ellos (usaba todo puerro y porretas) El puerro los deja muy suaves al paladar y si una vez cocidos les echas aceite donde frías cebolla finamente laminada al que termines agregando un buen pimentón choricero sin que nada se queme, están... ¡BUENÍSIMOS!.
He de confesar que cuando tomé esta imagen, tenía más ganas de meterles mano que de hacer la fotografía.