No hay nada como vivir la cotidianeidad de un pueblo para comprobar el papel del Ayuntamiento en el día a día de las personas que conviven y viven en él. Conocer a las vecinas y vecinos, propiciar encuentros, procurar el bienestar de la población más cercana…pertenecer… compartir las carreteras y caminos por los que circulamos a diario, el consultorio médico, la farmacia, el bar… trabajar para mejorar los recursos que la localidad tiene contando con los que hay y generando nuevos; buscando soluciones inmediatas a problemas urgentes; celebrando… El papel del Ayuntamiento, el de la corporación municipal, el de las personas que trabajan o que son elegidas; es tan importante, que cuando algo falla en este engranaje, se viene abajo la calidad en la convivencia y en la localidad en sí.
Desde luego que no es lo mismo un ayuntamiento en una población pequeña, que uno en una población grande. No es lo mismo un ayuntamiento rural, que uno de una gran urbe. Pero lo que sí es lo mismo es la cercanía y el conocimiento del medio humano, material, urbanístico, social… en el que se debe desenvolver. Lo que sí que tiene que ser lo mismo es la implicación en la vida de su municipio. Y lo que sí que tiene que ser lo mismo, es el trabajo para las personas que le han confiado (o no), su pueblo o su ciudad. Aquí, los intereses personales no cuentan, porque cuando alguna persona o equipo decide ser opción para regir un consistorio, lo colectivo está por encima de lo individual. Por eso, y cuando retorno a mis orígenes vitales, tomo más conciencia y consciencia de la importancia del trabajo cercano, del acompañamiento en el día a día. De lo que verdaderamente importa por encima de lo que se supone que es importante.
Por eso, cuando pones los pies en el suelo, y ves cómo se pretenden individualizar los problemas colectivos; culpabilizar a la persona y no buscar soluciones; centralizar el poder en poblaciones grandes y desproteger a las pequeñas para invisibilizarlas en lo cotidiano; eliminar las competencias municipales que facilitan el día a día… y pretender cambiar la elección a regidora o regidor para mantener el poder… me rebelo, porque es un “pucherazo”.
Leo que el “pucherazo” era una práctica habitual de manipulación que se usó en España entre 1874 y 1931, sobre todo en la política local, donde el modelo de gobierno se conocía como “caciquismo”. En los pucheros se guardaban las papeletas de votación que interesaban, papeletas que se añadían o se sustraían de las urnas a conveniencia. También leo que existían otros métodos: votaciones con “lázaros” (personas muertas y resucitadas sobre el papel para votar) y “cuneros” (personas electoras que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía).
Casi un siglo después, se puede comprobar que hay sectores sociales que no han cambiado tanto. Creo que ya hemos tenido tiempo de darnos cuenta que el poder no lo tiene quien sale de la urna, sino que el poder lo tenemos quienes vivimos en localidades rurales y urbanas, grandes y pequeñas. El poder lo tenemos, ahora lo debemos ejercer. Y se ejerce participando en tu ciudad, en tu pueblo... tenemos que evitar que la cercanía y la convivencia nos las marquen los pucheros, que sólo deberían servir para cocinar y comer sopas de ajo. Que no te quiten la palabra.
Desde luego que no es lo mismo un ayuntamiento en una población pequeña, que uno en una población grande. No es lo mismo un ayuntamiento rural, que uno de una gran urbe. Pero lo que sí es lo mismo es la cercanía y el conocimiento del medio humano, material, urbanístico, social… en el que se debe desenvolver. Lo que sí que tiene que ser lo mismo es la implicación en la vida de su municipio. Y lo que sí que tiene que ser lo mismo, es el trabajo para las personas que le han confiado (o no), su pueblo o su ciudad. Aquí, los intereses personales no cuentan, porque cuando alguna persona o equipo decide ser opción para regir un consistorio, lo colectivo está por encima de lo individual. Por eso, y cuando retorno a mis orígenes vitales, tomo más conciencia y consciencia de la importancia del trabajo cercano, del acompañamiento en el día a día. De lo que verdaderamente importa por encima de lo que se supone que es importante.
Por eso, cuando pones los pies en el suelo, y ves cómo se pretenden individualizar los problemas colectivos; culpabilizar a la persona y no buscar soluciones; centralizar el poder en poblaciones grandes y desproteger a las pequeñas para invisibilizarlas en lo cotidiano; eliminar las competencias municipales que facilitan el día a día… y pretender cambiar la elección a regidora o regidor para mantener el poder… me rebelo, porque es un “pucherazo”.
Leo que el “pucherazo” era una práctica habitual de manipulación que se usó en España entre 1874 y 1931, sobre todo en la política local, donde el modelo de gobierno se conocía como “caciquismo”. En los pucheros se guardaban las papeletas de votación que interesaban, papeletas que se añadían o se sustraían de las urnas a conveniencia. También leo que existían otros métodos: votaciones con “lázaros” (personas muertas y resucitadas sobre el papel para votar) y “cuneros” (personas electoras que se inscribían irregularmente en una circunscripción que no les correspondía).
Casi un siglo después, se puede comprobar que hay sectores sociales que no han cambiado tanto. Creo que ya hemos tenido tiempo de darnos cuenta que el poder no lo tiene quien sale de la urna, sino que el poder lo tenemos quienes vivimos en localidades rurales y urbanas, grandes y pequeñas. El poder lo tenemos, ahora lo debemos ejercer. Y se ejerce participando en tu ciudad, en tu pueblo... tenemos que evitar que la cercanía y la convivencia nos las marquen los pucheros, que sólo deberían servir para cocinar y comer sopas de ajo. Que no te quiten la palabra.
Pues mira que en Argentina, el puchero es una comida en la que pones a hervir toda clase de verduras, carne, pollo, con garbanzos o porotos, que sirve para comer muchas personas, o comer varios días. Te queda además una sopa exquisita y más que sustanciosa.
Si te sale muy sabroso, se dice que es un PUCHERAZO!
Ja ja, mira qué diferencia existe en ambos países.
Bendiciones.
Si te sale muy sabroso, se dice que es un PUCHERAZO!
Ja ja, mira qué diferencia existe en ambos países.
Bendiciones.