Un oficio de la Edad Media, extinto hace dos siglos, está siendo rescatado en España para salvar la economía de muchas amas de casa en tiempos de crisis.
Con la aprobación de sacerdotes católicos de parroquias rurales, han regresado las plañideras (conocidas en algunos países como lloronas), mujeres que reciben dinero por rezar y derramar lágrimas por muertos que les son desconocidos.
La tradición europea de las plañideras -que trabajan en el Día de los Muertos, en misas y fechas como aniversarios o fallecimientos- fue prohibida en el siglo XVIII.
Sin embargo, debido a la crisis económica mundial parte del clero español decidió ser más flexible y permitir que las familias puedan conseguir dinero extra.
"No se trata de cambiar las leyes, ni desobedecer a la Iglesia Católica, pero si podemos dar una mano a quien lo necesita, es un acto de caridad cristiana", dice a la BBC el padre Antonio Pérez, responsable de la parroquia de Campanario, en Badajoz. En la iglesia de Nuestra Señora de Asunción, en Campanario, el servicio de las lloronas ha sido anunciado durante las misas en los últimos tres meses. El sacerdote no sólo informa a los fieles sobre ellas, sino que también avisa sobre "rezos de plañideras y gemidoras" para cuando alguno de los 5.000 habitantes de la ciudad está enfermo o bajo riesgo de muerte. Para rezar y llorar por un muerto desconocido, las mujeres reciben entre 20 y 30 euros por día.
En feriados como el Día de los Muertos, el trabajo incluye también ir al cementerio, lustrar la lápida, cambiar las flores, orar y recitar salmos en honor al fallecido.
VOCACIÓN
"Lo que hago es por vocación. Rezar, rezo todos los días. El dinero no voy a decir que no ayuda, ahora que la cosa está como está”, cuenta Facunda Santiesteban, de 64 años, quien estrenó el oficio de plañidera profesional en 2009.
Facunda afirma que, por su constante asistencia a misa, muchas personas le pedían oraciones y le pagaban con regalos.
"El padre conversó conmigo y me empezó a llegar un dinero que no da para mucho, porque para ser rica tendrían que morir unos siete por día, pero ayuda para pagar algunas cuentas".
A diferencia de las profesionales de la Europa medieval -que gemían a alto volumen y llegaban a rasgarse las ropas, golpearse el pecho y arrancase cabellos durante sus actuaciones en misas y funerales-, las plañideras del siglo XXI son discretas y oran en silencio. Fue por aquellas escenificaciones, consideradas escandalosas por el Vaticano, que el oficio empezó a ser perseguido a partir del siglo XIII, hasta prohibirse en el siglo XVIII.
Con la aprobación de sacerdotes católicos de parroquias rurales, han regresado las plañideras (conocidas en algunos países como lloronas), mujeres que reciben dinero por rezar y derramar lágrimas por muertos que les son desconocidos.
La tradición europea de las plañideras -que trabajan en el Día de los Muertos, en misas y fechas como aniversarios o fallecimientos- fue prohibida en el siglo XVIII.
Sin embargo, debido a la crisis económica mundial parte del clero español decidió ser más flexible y permitir que las familias puedan conseguir dinero extra.
"No se trata de cambiar las leyes, ni desobedecer a la Iglesia Católica, pero si podemos dar una mano a quien lo necesita, es un acto de caridad cristiana", dice a la BBC el padre Antonio Pérez, responsable de la parroquia de Campanario, en Badajoz. En la iglesia de Nuestra Señora de Asunción, en Campanario, el servicio de las lloronas ha sido anunciado durante las misas en los últimos tres meses. El sacerdote no sólo informa a los fieles sobre ellas, sino que también avisa sobre "rezos de plañideras y gemidoras" para cuando alguno de los 5.000 habitantes de la ciudad está enfermo o bajo riesgo de muerte. Para rezar y llorar por un muerto desconocido, las mujeres reciben entre 20 y 30 euros por día.
En feriados como el Día de los Muertos, el trabajo incluye también ir al cementerio, lustrar la lápida, cambiar las flores, orar y recitar salmos en honor al fallecido.
VOCACIÓN
"Lo que hago es por vocación. Rezar, rezo todos los días. El dinero no voy a decir que no ayuda, ahora que la cosa está como está”, cuenta Facunda Santiesteban, de 64 años, quien estrenó el oficio de plañidera profesional en 2009.
Facunda afirma que, por su constante asistencia a misa, muchas personas le pedían oraciones y le pagaban con regalos.
"El padre conversó conmigo y me empezó a llegar un dinero que no da para mucho, porque para ser rica tendrían que morir unos siete por día, pero ayuda para pagar algunas cuentas".
A diferencia de las profesionales de la Europa medieval -que gemían a alto volumen y llegaban a rasgarse las ropas, golpearse el pecho y arrancase cabellos durante sus actuaciones en misas y funerales-, las plañideras del siglo XXI son discretas y oran en silencio. Fue por aquellas escenificaciones, consideradas escandalosas por el Vaticano, que el oficio empezó a ser perseguido a partir del siglo XIII, hasta prohibirse en el siglo XVIII.
PLAÑIDERAS ACTUALES
Parece que en el momento actual, siguen existiendo plañideras o plañideros.
Hace años solo se les solía ver en entierros y otras cosas parecidas de tristezas.
Pero hoy en día, también existen las personas que no hacen más que llorar y estar continuamente pidiendo y dando pena, es posible que la iglesia católica prohibiera sus plañidos, aunque siempre escuché en mi tierra castellana decir, que el siglo pasado, en entierros de las personas pudientes, acudían a llorar o plañir, para al final recibir la recompensa económica en dinero, o en cereales comestibles, así que no hay porque extrañarse, que de nuevo veamos plañir algunas personas que por necesidad, escogieron el oficio ya olvidado…
G X Cantalapiedra.
Parece que en el momento actual, siguen existiendo plañideras o plañideros.
Hace años solo se les solía ver en entierros y otras cosas parecidas de tristezas.
Pero hoy en día, también existen las personas que no hacen más que llorar y estar continuamente pidiendo y dando pena, es posible que la iglesia católica prohibiera sus plañidos, aunque siempre escuché en mi tierra castellana decir, que el siglo pasado, en entierros de las personas pudientes, acudían a llorar o plañir, para al final recibir la recompensa económica en dinero, o en cereales comestibles, así que no hay porque extrañarse, que de nuevo veamos plañir algunas personas que por necesidad, escogieron el oficio ya olvidado…
G X Cantalapiedra.