LA ADMIRACIÓN QUE SIENTO HACIA MI MADRE
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El atlas elaborado por investigadores del Centro Nacional de Epidemiología, maneja datos de un millón de muertes por cáncer (mal de nuestros días) registrados en España entre 1989 y 2008. El mapa constata, por ejemplo, que el riesgo de morir por cáncer de estómago es mucho mayor en las áreas de castilla y León, como Palencia y Burgos que en el resto de España. Los autores dirigidos por el epidemiólogo Gonzalo López Alberti, atribuyen este exceso de mortandad, a las costumbres alimentarias en estas zonas rurales "en las que pueden consumirse más alimentos curados o ahumados y menos frutas y vegetales que en las zonas costeras" aunque no descartan otras causas ambientales. Este mismo epidemiólogo responsable de otros estudios señala que, en los pueblos cercanos a una mina de carbón a cielo abierta, el riesgo de fallecer de cáncer de colon o de pulmón es mayor al del resto de la población. Minas de este tipo se encuentran en León, Palencia, Teruel, C. Real y Córdoba.
Esta enfermedad sigue siendo el azote de la humanidad después de muchos años, siendo mundialmente estudiada con algunos avances pero no los suficientes logros como para que el nombre de esta enfermedad deje de ser sinónimo de muerte y en ocasiones demasiado lenta. Hoy en día es la mayor causa de mortandad en el mundo, la tasa de incidencia de cáncer es mayor en los países más desarrollados.
Cuando yo marcho de Sotobañado en 1962 siendo aún una niña, me llevo consigo el recuerdo de una señora mayor habitante del municipio con diagnóstico de cáncer ocular. Esta Sra. se llamaba María, era viuda y vivía con su hijo aún soltero en la C/. Espolón al lado de mi abuela Clementina (madre de mi madre). Él trabajaba de obrero en el campo, cuya jornada laboral en aquella época era de sol a sol, por lo que la enferma pasaba todo el día sola a cargo de los trabajos propios del hogar, soportando los fuertes dolores que la misma enfermedad le causaba. Se ha de tener en cuenta, que entonces no había Seguridad Social y menos servicios de atención gratuitos para personas que se encontraban en tan extrema situación, aunque sí había médico y practicante en el pueblo.
Mi madre "una mujer de rompe y rasga" de la cual me siento muy orgullosa; atendía el hogar familiar de 9 hijos con escasos recursos como la mayoría del lugar, pero era la única persona que de forma altruista se acercaba a casa de la enferma, para asearla a ella y practicarle las curas necesarias: limpieza, desinfección y cambio de venda del ojo afectado.
Mi hermana Rocío y yo misma, acompañamos en más de una ocasión a nuestra madre ayudando en lo poco que podíamos porque mi madre llevaba agua caliente de casa, nunca nos dejó entrar, esperábamos jugando en el patio que se tenía que cruzar hasta llegar a la puerta de acceso a la vivienda; desde allí oíamos los lloros y quejidos de dolor de esa buena mujer.
Mi madre ya nos había explicado a su manera (ella no tenía ningún estudio sanitario) que la enfermedad hacía que se le corrompiese la carne por lo que la oquedad del ojo la tenía ya vacía.
¡Gracias madre querida! que sin ser mujer de rosario y misa a diario, no tuviste aprensión curando heridas al necesitado.
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El atlas elaborado por investigadores del Centro Nacional de Epidemiología, maneja datos de un millón de muertes por cáncer (mal de nuestros días) registrados en España entre 1989 y 2008. El mapa constata, por ejemplo, que el riesgo de morir por cáncer de estómago es mucho mayor en las áreas de castilla y León, como Palencia y Burgos que en el resto de España. Los autores dirigidos por el epidemiólogo Gonzalo López Alberti, atribuyen este exceso de mortandad, a las costumbres alimentarias en estas zonas rurales "en las que pueden consumirse más alimentos curados o ahumados y menos frutas y vegetales que en las zonas costeras" aunque no descartan otras causas ambientales. Este mismo epidemiólogo responsable de otros estudios señala que, en los pueblos cercanos a una mina de carbón a cielo abierta, el riesgo de fallecer de cáncer de colon o de pulmón es mayor al del resto de la población. Minas de este tipo se encuentran en León, Palencia, Teruel, C. Real y Córdoba.
Esta enfermedad sigue siendo el azote de la humanidad después de muchos años, siendo mundialmente estudiada con algunos avances pero no los suficientes logros como para que el nombre de esta enfermedad deje de ser sinónimo de muerte y en ocasiones demasiado lenta. Hoy en día es la mayor causa de mortandad en el mundo, la tasa de incidencia de cáncer es mayor en los países más desarrollados.
Cuando yo marcho de Sotobañado en 1962 siendo aún una niña, me llevo consigo el recuerdo de una señora mayor habitante del municipio con diagnóstico de cáncer ocular. Esta Sra. se llamaba María, era viuda y vivía con su hijo aún soltero en la C/. Espolón al lado de mi abuela Clementina (madre de mi madre). Él trabajaba de obrero en el campo, cuya jornada laboral en aquella época era de sol a sol, por lo que la enferma pasaba todo el día sola a cargo de los trabajos propios del hogar, soportando los fuertes dolores que la misma enfermedad le causaba. Se ha de tener en cuenta, que entonces no había Seguridad Social y menos servicios de atención gratuitos para personas que se encontraban en tan extrema situación, aunque sí había médico y practicante en el pueblo.
Mi madre "una mujer de rompe y rasga" de la cual me siento muy orgullosa; atendía el hogar familiar de 9 hijos con escasos recursos como la mayoría del lugar, pero era la única persona que de forma altruista se acercaba a casa de la enferma, para asearla a ella y practicarle las curas necesarias: limpieza, desinfección y cambio de venda del ojo afectado.
Mi hermana Rocío y yo misma, acompañamos en más de una ocasión a nuestra madre ayudando en lo poco que podíamos porque mi madre llevaba agua caliente de casa, nunca nos dejó entrar, esperábamos jugando en el patio que se tenía que cruzar hasta llegar a la puerta de acceso a la vivienda; desde allí oíamos los lloros y quejidos de dolor de esa buena mujer.
Mi madre ya nos había explicado a su manera (ella no tenía ningún estudio sanitario) que la enfermedad hacía que se le corrompiese la carne por lo que la oquedad del ojo la tenía ya vacía.
¡Gracias madre querida! que sin ser mujer de rosario y misa a diario, no tuviste aprensión curando heridas al necesitado.