RELATO DE UNA ANTIGUA ANÉCDOTA
:":":":":":":":":":":":":":":" :":":":":":":":"
El relato de esta anécdota extraída de mis recuerdos, me transportan al ayer.
La imagen captada en ésta fotografía es, justo la que yo veía desde la puerta de mi casa y que años más tarde sería el escenario de la anécdota.
Casada ya y con dos niños (7 y 10 años) mi marido quiso desviarse un poco de la ruta para conocer el pueblo donde había nacido su mujer. Así, en un agosto un tanto desapacible y a primeras horas de la tarde estábamos en Sotobañado. Aparcamos al lado de un bar (que había frente a la casa del médico que yo conocí), donde nos tomamos un refresco mientras los niños merendaban, cuando salimos del bar las calles del pueblo seguían desiertas, eso le tranquilizaba un tanto a mi marido, porque pensaba que me reconocerían (cosa que no fue así) y tendría que pararme a saludar.
Como es natural para mí todo lo que veía tenía interés, en todas partes surgían gratos recuerdos con historias de infancia pero como era lógico, no le pasaba igual a mí marido y menos a los niños que pasaban de todo.
Llegamos a la que es su día fue mi casa y desde fuera le expliqué como estaba dividida entonces y que departamentos la componían, durante el trayecto solo nos cruzamos con dos personas a las cuales yo no reconocí y continuamos por la carretera hacia las eras (justo todo el tramo que recoge la fotografía). A los pocos segundo mi marido me dice: ¡mira!, más adelante a la puerta hay una señora, a lo cual yo le contesté, si es de la familia que yo me imagino antes de que lleguemos a ella se entrará y una vez que pasemos volverá a salir, porque infinidad de veces vi este gesto desde la puerta de mi casa, manía que compartían las tres mujeres de la familia. Eran personas que no se relacionaban con nadie como otras muchas.
Caminábamos hablando, cada uno de nosotros cogidos de la mano de un hijo, cuando sin motivo aparente mi marido se ríe, lógico que yo le pregunte ¿por qué?, a lo que el contesta: la mujer se acaba de meter.
Eran muchos los años que habían pasado pero en eso, esas personas nada habían cambiado. La historia de un pueblo es la historia de sus gentes que con su huella, van forjando el carácter de un pueblo.
:":":":":":":":":":":":":":":" :":":":":":":":"
El relato de esta anécdota extraída de mis recuerdos, me transportan al ayer.
La imagen captada en ésta fotografía es, justo la que yo veía desde la puerta de mi casa y que años más tarde sería el escenario de la anécdota.
Casada ya y con dos niños (7 y 10 años) mi marido quiso desviarse un poco de la ruta para conocer el pueblo donde había nacido su mujer. Así, en un agosto un tanto desapacible y a primeras horas de la tarde estábamos en Sotobañado. Aparcamos al lado de un bar (que había frente a la casa del médico que yo conocí), donde nos tomamos un refresco mientras los niños merendaban, cuando salimos del bar las calles del pueblo seguían desiertas, eso le tranquilizaba un tanto a mi marido, porque pensaba que me reconocerían (cosa que no fue así) y tendría que pararme a saludar.
Como es natural para mí todo lo que veía tenía interés, en todas partes surgían gratos recuerdos con historias de infancia pero como era lógico, no le pasaba igual a mí marido y menos a los niños que pasaban de todo.
Llegamos a la que es su día fue mi casa y desde fuera le expliqué como estaba dividida entonces y que departamentos la componían, durante el trayecto solo nos cruzamos con dos personas a las cuales yo no reconocí y continuamos por la carretera hacia las eras (justo todo el tramo que recoge la fotografía). A los pocos segundo mi marido me dice: ¡mira!, más adelante a la puerta hay una señora, a lo cual yo le contesté, si es de la familia que yo me imagino antes de que lleguemos a ella se entrará y una vez que pasemos volverá a salir, porque infinidad de veces vi este gesto desde la puerta de mi casa, manía que compartían las tres mujeres de la familia. Eran personas que no se relacionaban con nadie como otras muchas.
Caminábamos hablando, cada uno de nosotros cogidos de la mano de un hijo, cuando sin motivo aparente mi marido se ríe, lógico que yo le pregunte ¿por qué?, a lo que el contesta: la mujer se acaba de meter.
Eran muchos los años que habían pasado pero en eso, esas personas nada habían cambiado. La historia de un pueblo es la historia de sus gentes que con su huella, van forjando el carácter de un pueblo.