EL CORTE DE MADERA EN ENERO
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La madera debe cortarse en la luna menguante de enero, así lo confirma el refrán y según esta creencia lo afirmaban los antiguos carpinteros, el mejor momento para cortar un árbol es en la luna menguante de enero y febrero. Ya que para esas fechas determinadas el frío y la poca luz ayudan a contraer la savia, los árboles también tienen muchísima agua dentro. Esto hará que la madera se seque mucho más rápido y lo que es más importante, con menor probabilidad de que se doble o arquee al secarse.
En Aliste se dice que de esta manera se evitaría la acción de los temidos «carunchos, caronchos o caronjos», unos «bichos», la carcoma, los escolítidos, insectos que se alimentan de madera muerta. Se introduce entre la corteza y la madera, no se ve y poco a poco va perforando hasta convertirla en polvo.
Existen otras teorías que dicen que después de cortado el árbol, hay que dejarlo caído con la copa en el suelo y levantar la base del tronco, para que, el agua circule desde la base del tronco hacia las ramas y de estas hacia las hojas, de esta manera el secado del tronco es más rápido.
Se marcaban los árboles a cortar con alguna señal esperando a los meses de enero y febrero, con la luna en menguante que por cierto entra en fase menguante.
Esta misma creencia se hace extensiva también a las cañas, las «brimbias» o mimbres y otros tipos de plantas a las que se les dará más tarde un uso artesanal de la cestería.
Los más utilizados para madera eran negrillos u olmos, chopos, alisos, encinas, robles, castaños. Muy importantes para las fuertes y largas vigas cuya finalidad era sujetar el armazón de los pesados tejados de lonjas y refaldos o pizarras y su entramado a base de «cantiaos», para la chilla y los «machones» de «ensobradar» el piso del sobrao, para esto último madera más refinada.
El carro era la principal y más compleja obra obra de los carpinteros, utilizando la madera de negrillo, también la de encina para las ruedas. Las puertas carreteras o corraleras también de negrillo, así como los yugos, tornaderas y otros aperos.
Del aliso, madera de mediocre calidad, era utilizada para los «cambicios» del trillo, los «cavijales» o timón del arado, la «rastra» y el «arrodador» para allanar los terrenos, etc.
Del chopo se hacían los muebles caseros como taburetes, escaños, mesas, banquetas. En menor proporción se utilizaba el roble, a veces para las puertas de portalada. El roble y el castaño se han empleado en aquellos elementos expuestos a las inclemencias. Su dureza permite que sean idóneos en las vigas maestras.
Para la corta se utilizaban el hacha o «machao» y el «atrozador o trozador»
La madera debía estar por lo menos un año cortada antes de usarla para que se secara bien. Cuando estaba seca, se iba serrando, a brazo, según se necesitaba o en ratos perdidos con el atrozador y la sierra.
El menguante de enero ya pasó, pero nos queda la de febrero, allá por el día 13.
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La madera debe cortarse en la luna menguante de enero, así lo confirma el refrán y según esta creencia lo afirmaban los antiguos carpinteros, el mejor momento para cortar un árbol es en la luna menguante de enero y febrero. Ya que para esas fechas determinadas el frío y la poca luz ayudan a contraer la savia, los árboles también tienen muchísima agua dentro. Esto hará que la madera se seque mucho más rápido y lo que es más importante, con menor probabilidad de que se doble o arquee al secarse.
En Aliste se dice que de esta manera se evitaría la acción de los temidos «carunchos, caronchos o caronjos», unos «bichos», la carcoma, los escolítidos, insectos que se alimentan de madera muerta. Se introduce entre la corteza y la madera, no se ve y poco a poco va perforando hasta convertirla en polvo.
Existen otras teorías que dicen que después de cortado el árbol, hay que dejarlo caído con la copa en el suelo y levantar la base del tronco, para que, el agua circule desde la base del tronco hacia las ramas y de estas hacia las hojas, de esta manera el secado del tronco es más rápido.
Se marcaban los árboles a cortar con alguna señal esperando a los meses de enero y febrero, con la luna en menguante que por cierto entra en fase menguante.
Esta misma creencia se hace extensiva también a las cañas, las «brimbias» o mimbres y otros tipos de plantas a las que se les dará más tarde un uso artesanal de la cestería.
Los más utilizados para madera eran negrillos u olmos, chopos, alisos, encinas, robles, castaños. Muy importantes para las fuertes y largas vigas cuya finalidad era sujetar el armazón de los pesados tejados de lonjas y refaldos o pizarras y su entramado a base de «cantiaos», para la chilla y los «machones» de «ensobradar» el piso del sobrao, para esto último madera más refinada.
El carro era la principal y más compleja obra obra de los carpinteros, utilizando la madera de negrillo, también la de encina para las ruedas. Las puertas carreteras o corraleras también de negrillo, así como los yugos, tornaderas y otros aperos.
Del aliso, madera de mediocre calidad, era utilizada para los «cambicios» del trillo, los «cavijales» o timón del arado, la «rastra» y el «arrodador» para allanar los terrenos, etc.
Del chopo se hacían los muebles caseros como taburetes, escaños, mesas, banquetas. En menor proporción se utilizaba el roble, a veces para las puertas de portalada. El roble y el castaño se han empleado en aquellos elementos expuestos a las inclemencias. Su dureza permite que sean idóneos en las vigas maestras.
Para la corta se utilizaban el hacha o «machao» y el «atrozador o trozador»
La madera debía estar por lo menos un año cortada antes de usarla para que se secara bien. Cuando estaba seca, se iba serrando, a brazo, según se necesitaba o en ratos perdidos con el atrozador y la sierra.
El menguante de enero ya pasó, pero nos queda la de febrero, allá por el día 13.
Muy instructivo. A los serradores, siempre les oí decir, acercame el TRONZADOR que voy a tumbar ese arbol. Herramienta larga con un asidero en cada punta para trabajar dos personas.