LAS SEMILLAS DEL MAÍZ
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Había un agricultor que cultivaba maíz de alta calidad.
Cada año ganaba el premio al maíz mejor cultivado.
Un año un reportero lo entrevistó y aprendió algo interesante sobre cómo lo cultivaba.
El reportero descubrió que el agricultor estaba compartiendo las semillas de su maíz con sus vecinos.
“ ¿Cómo puedes darte el lujo de compartir tus mejores semillas de maíz con tus vecinos, cuando todos los años compiten con tu maíz?” preguntó el reportero.
“ ¿Por qué, señor?” dijo el granjero “ ¿no lo sabe? El viento recoge el polen del maíz maduro y lo arremolina de un campo a otro. Si mis vecinos cultivan maíz inferior, la polinización cruzada degradará constantemente la calidad de mi maíz. Si quiero cultivar buen maíz, tengo que ayudar a mis vecinos a cultivar buen maíz”.
Así es con nuestras vidas.
Cualquiera que quiera vivir bien y con sentido debe contribuir a enriquecer la vida de los demás, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.
Y quien elige ser feliz debe ayudar a otros a encontrar la felicidad, porque el bienestar de todos está ligado al bienestar de todos.
Llámalo poder colectivo. Llámalo el principio del éxito. Llámalo la ley de la vida.
¡La cuestión es que ninguno de nosotros realmente gana hasta que todos ganamos!
(Duque Eirik)
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Había un agricultor que cultivaba maíz de alta calidad.
Cada año ganaba el premio al maíz mejor cultivado.
Un año un reportero lo entrevistó y aprendió algo interesante sobre cómo lo cultivaba.
El reportero descubrió que el agricultor estaba compartiendo las semillas de su maíz con sus vecinos.
“ ¿Cómo puedes darte el lujo de compartir tus mejores semillas de maíz con tus vecinos, cuando todos los años compiten con tu maíz?” preguntó el reportero.
“ ¿Por qué, señor?” dijo el granjero “ ¿no lo sabe? El viento recoge el polen del maíz maduro y lo arremolina de un campo a otro. Si mis vecinos cultivan maíz inferior, la polinización cruzada degradará constantemente la calidad de mi maíz. Si quiero cultivar buen maíz, tengo que ayudar a mis vecinos a cultivar buen maíz”.
Así es con nuestras vidas.
Cualquiera que quiera vivir bien y con sentido debe contribuir a enriquecer la vida de los demás, porque el valor de una vida se mide por las vidas que toca.
Y quien elige ser feliz debe ayudar a otros a encontrar la felicidad, porque el bienestar de todos está ligado al bienestar de todos.
Llámalo poder colectivo. Llámalo el principio del éxito. Llámalo la ley de la vida.
¡La cuestión es que ninguno de nosotros realmente gana hasta que todos ganamos!
(Duque Eirik)