LA PELLIZA, PRENDA DE VESTIR MASCULINA
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Formaba parte de la indumentaria masculina de abrigo propia de los domingos cuando era nueva, y pasaba a vestirse los días de diario tras haberse deteriorado por el uso.
La pelliza o tabardo era una prenda de abrigo, tipo tres cuartos, confeccionada en paño, que llamaba la atención por tener el cuello, la solapa y algunas en los puños de piel o «pelo», probablemente de conejo. Pelliza, palabra que procedente del latín «pellicea» hecha de piel.
Le daba a los hombres un aspecto solemne y un poco majestuoso.
Estas prendas no se hacían en los pueblos, eran también «de compra» en los tenderos de las ferias.
Solía ir cerrada con doble botonadura y tenía un cinturón que pocas veces se abrochaba, llevándolo o bien colgando por los lados o bien metidos sus extremos en los bolsillos. En los bolsillos exteriores, además de meter las manos, se llevaba el «muquero» y unas «perras» para ir a la taberna, en los interiores, que llevaba por dentro a la altura del pecho, los guardaban los billetes.
El alto cuello abrochable y de piel servía para librarse del frío, sus amplias solapas de piel se levantaban para proteger el pecho y el cuello, además era cómoda y práctica por dejar las piernas más libres al ser corta, era apta para cualquier labor manual y montar sobre las caballerías.
Comprar una pelliza, era una buena inversión, ya que se adquiría una prenda de abrigo para muchos años. Ha ido evolucionando con las adaptaciones oportunas, modificando la hechura y los tejidos, abandonando el mundo rural para convertirse en sinónimo de lujo y artesanía.
Tomado de la red
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Formaba parte de la indumentaria masculina de abrigo propia de los domingos cuando era nueva, y pasaba a vestirse los días de diario tras haberse deteriorado por el uso.
La pelliza o tabardo era una prenda de abrigo, tipo tres cuartos, confeccionada en paño, que llamaba la atención por tener el cuello, la solapa y algunas en los puños de piel o «pelo», probablemente de conejo. Pelliza, palabra que procedente del latín «pellicea» hecha de piel.
Le daba a los hombres un aspecto solemne y un poco majestuoso.
Estas prendas no se hacían en los pueblos, eran también «de compra» en los tenderos de las ferias.
Solía ir cerrada con doble botonadura y tenía un cinturón que pocas veces se abrochaba, llevándolo o bien colgando por los lados o bien metidos sus extremos en los bolsillos. En los bolsillos exteriores, además de meter las manos, se llevaba el «muquero» y unas «perras» para ir a la taberna, en los interiores, que llevaba por dentro a la altura del pecho, los guardaban los billetes.
El alto cuello abrochable y de piel servía para librarse del frío, sus amplias solapas de piel se levantaban para proteger el pecho y el cuello, además era cómoda y práctica por dejar las piernas más libres al ser corta, era apta para cualquier labor manual y montar sobre las caballerías.
Comprar una pelliza, era una buena inversión, ya que se adquiría una prenda de abrigo para muchos años. Ha ido evolucionando con las adaptaciones oportunas, modificando la hechura y los tejidos, abandonando el mundo rural para convertirse en sinónimo de lujo y artesanía.
Tomado de la red