Amigo Virgilio, veo, con alegría, que eres el único chiguito que se ha acordado de felicitar San Mateo. Yo, lamentablemente, este año no lo he hecho, ni tampoco en San Roque; habrá sido la maldita pandemia (no he cogido el COVID, que conste) la que me ha llevado al olvido. Otro año será.
Aprovecho para animaros a revivir este foro, porque ayuda a combatir la nostalgia; y a pensar en el V Encuentro, que aunque tocaba este año no ha podido ser.
Recibir un fuerte abrazo de este rabudo ausente. Andrés
Aprovecho para animaros a revivir este foro, porque ayuda a combatir la nostalgia; y a pensar en el V Encuentro, que aunque tocaba este año no ha podido ser.
Recibir un fuerte abrazo de este rabudo ausente. Andrés
Espero que San Roque ayude a reavivar este foro, hoy desgraciadamente inactivo; y aprovecho para desearos tanto a los torquemadenses ausentes, como presentes, un FELIZ SAN ROQUE y unas vaquillas sin sustos.
Esperando que os animéis a dar vida a este foro, recibir un fuerte abrazo de este rabudo ausente. Andrés
Esperando que os animéis a dar vida a este foro, recibir un fuerte abrazo de este rabudo ausente. Andrés
No pasa nada porque alguien superior pone la mano, pero lo animales sufren y son maltratados y se matan y mueren a golpes si sentido, resultado: Varios animales muertos o mas bien matados y maltratados sin que se exigan responsabilidades las vacas no se pueden defender y no es justo pero no pasa nada el turismo es lo importante, Bastante triste y penoso no se protege el bien estar animal, PENSEMOS EL ELLO Y SI MEREXE LA PENA continuar Con este maltrato.
Estimado "anómino/a", yo tambien estoy en contra del maltrato animal y detesto las corridas de toros y los festejos que se hacen con animales que implican un daño claro, como por ejemplo los toros con fuego en los cuernos, aunque no creo que estos actos sean comparables al correr delante de unas vaquillas. Te advierto que a mi tampoco me gustan demasiado y si los mencioné fue por la costumbre aunque yo no haya asistido nunca ni siquiera de mirón, los años que he podido coincidir en el pueblo por estas fiestas. En fín amigo/a, recibir un fuerte abrazo de este torquemadense ausente. Andrés
Son actos reprochables y deberían de prohibirse la muerte de animales sin sentido y si ningún beneficio pasándose el a pelota del dolor uno a otros y los perdedores son las vaquillas que sufren y mueren de repente como esta vez y nadie se sorprende Gracias por tu comprensión
De nuevo entro en este foro, para desearos a todos los torquemadenses un FELIZ SAN MATEO y lo aprovecho para mandear al "anónimo" la siguiente reflexion escrita en contra del maltrato animal:
DEL MURO DE Orlando Rodriguez Muñoz TOMATE UN MINUTO.
IMPRESIONA LA REFLEXION..
ESTUPENDO ARTICULO.
"Perdonen si empiezo con una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros. Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante, Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes de empezar.
Vi las puyas, las tuve en la mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor? Pero, claro, el torero, es decir, el artista necesita protegerse. La pica le rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte.
Me di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos tenemos, mi memoria del llanto.
Y en esa memoria del llanto está el horror de las banderillas negras. A un pobre animal manso le clavaron esas varas con explosivos que le hacían saltar a pedazos la carne. Y la gente pagaba por verlo.
El que acude a la plaza debería hacer uso de ese sentido de la igualdad que todos tenemos y darse cuenta de que va a ver un juego de muerte y tortura con un solo perdedor: el animal. El peligro del toreo, además de inmoral como espectáculo, es efectista, y si no lo fuera, si encima pagáramos para ver morir a un hombre, faltarían manos y leyes para prohibir la fiesta.
Gente docta me dice: te equivocas. Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además pagamos?
Perdonen a este viejo periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la memoria del llanto."
Francisco González Ledesma, periodista y escritor.
DEL MURO DE Orlando Rodriguez Muñoz TOMATE UN MINUTO.
IMPRESIONA LA REFLEXION..
ESTUPENDO ARTICULO.
"Perdonen si empiezo con una confidencia personal: yo, que soy contrario a los toros, entiendo de toros. Durante años, cuando me recogieron en Zaragoza durante la posguerra, traté casi diariamente con don Celestino Martín, que era el empresario de la plaza. Eso me permitió conocer a los grandes de la época: Jaime Noain, El Estudiante, Rafaelillo, Nicanor Villalta. Me permitió conocer también, a mi pesar, el mundo del toro: las palizas con sacos de arena al animal prisionero para quebrantarlo, los largos ayunos sustituidos poco antes de la fiesta por una comida excesiva para que el toro se sintiera cansado, la técnica de hacerle dar con la capa varias vueltas al ruedo para agotarlo... Si algún lector va a la plaza, le ruego observe el agotamiento del animal y cómo respira. Y eso antes de empezar.
Vi las puyas, las tuve en la mano, las sentí. El que pague por ver cómo a un ser vivo y noble le clavan eso debería pedir perdón a su conciencia y pedir perdón a Dios. ¿Quién es capaz de decir que eso no destroza? ¿Quién es capaz de decir que eso no causa dolor? Pero, claro, el torero, es decir, el artista necesita protegerse. La pica le rompe al toro los músculos del cuello, y a partir de entonces el animal no puede girar la cabeza y sólo logra embestir de frente. Así el famoso sabe por dónde van a pasar los cuernos y arrimarse después como un héroe, manchándose con la sangre del lomo del animal a mayor gloria de su valentía y su arte.
Me di cuenta, en mi ingenuidad de muchacho (los ingenuos ven la verdad), de que el toro era el único inocente que había en la plaza, que sólo buscaba una salida al ruedo del suplicio, tanto que a veces, en su desesperación, se lanzaba al tendido. Lo vi sufrir estocadas y estocadas, porque casi nunca se le mata a la primera, y ha quedado en mi memoria un pobre toro gimiendo en el centro de la plaza, con el estoque a medio clavar, pidiendo una piedad inútil. ¡El animal estaba pidiendo piedad...! Eso ha quedado en la memoria secreta que todos tenemos, mi memoria del llanto.
Y en esa memoria del llanto está el horror de las banderillas negras. A un pobre animal manso le clavaron esas varas con explosivos que le hacían saltar a pedazos la carne. Y la gente pagaba por verlo.
El que acude a la plaza debería hacer uso de ese sentido de la igualdad que todos tenemos y darse cuenta de que va a ver un juego de muerte y tortura con un solo perdedor: el animal. El peligro del toreo, además de inmoral como espectáculo, es efectista, y si no lo fuera, si encima pagáramos para ver morir a un hombre, faltarían manos y leyes para prohibir la fiesta.
Gente docta me dice: te equivocas. Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además pagamos?
Perdonen a este viejo periodista que aún sabe mirar a los ojos de un animal y no ha perdido la memoria del llanto."
Francisco González Ledesma, periodista y escritor.
Mil gracias por tu testimonio, tan valioso y tan real. Me gustaría que pudiera llegar al máximo de gente posible. Todos sabemos que habrá quién por ignorancia unos, por comodidad otros y por intereses algunos, pasen del tema. Es una lucha la que tenemos por delante para concienciar a la gente de la crueldad de una fiesta basada en la tortura y sufrimiento de un animal. Espero que pronto todo esto acabe, y como tú dices los valores humanos se impongan a la barbarie.