Se ha ido agosto, casi septiembre… y Valcabadillo vuelve una vez más a la monotonía, a esas calles por las que casi no pasa nadie. Donde solo el viento circula libremente sin necesitar ninguna norma de circulación… Este es nuestro pueblo. Esta es nuestra tierra... Una tierra cuyo corazón late cada vez más lento … Una tierra de extremos estacionales, cuando solo se ve algo de gente a la llega el verano y algún fin de semana. De contrastes radicales y no me estoy refiriendo solo a la climatología tan severa que aunque siempre nos ha castigado con diez meses de invierno y dos de verano duro, se ha seguido con ilusión. Quien no recuerda esa vida social que había en nuestro pueblo todo el año y por ende en todo el medio rural palentino que ha pasado en apenas unos años del todo a la nada. Del griterío, de los niños por sus calles, al silencio más absoluto. De esa estampa tan veraniega de las largas horas en el campo y luego en el teleclub, a…las puertas con doble vuelta de cerradura y las persianas bajadas. Es la realidad del medio rural palentino y por ende de los pueblos que lo forman…
Podría decirse, que vienen mese de hibernación que comienza a sentirse y se acentúan más, pasada la fiesta de la Virgen del Valle para estos pequeños núcleos del norte palentino. Se volverá a la monotonía de esas tardes tristes y recogidas en que ya no se abrirá el teleclub del pueblo al no haber nadie que acuda a tomarse una cerveza. A recordar esos ratos en la solana, esa fiesta del verano que se ha empezado a celebrar y que tan buena acogida ha tenido… Solo se oirá durante unos días el silbido de los gorriones o algún tractor que pasa veloz a sembrar las tierras de centeno o avena de unos campos cada vez más difíciles… Luego, nada más… Solo el silencio…
Es evidente que habrá, quien quizás celebre la tranquilidad de sus calles. De todo hay en la viña del Señor…Y es curioso, que no se les pueda culpar por ello, pues nos hemos acostumbrado dada nuestra edad a esa soledad que se respira durante casi todo el año que, cuando se alteran un poco los decibelios en las calles, nos parece hasta raro e inusual… Es la realidad, la triste realidad del medio rural en el que vivimos… Solo nos queda, esperar que los pocos que hoy convivimos y mantenemos el pueblo adelante, aunque mayores, seamos capaces de mantener ese lento pulso que le sigue dando vida e ilusión a nuestro pueblo. Hoy, aunque sea lentamente nos permite, seguir metafóricamente respirando… Seguir luchando por lo nuestro aunque ya tengamos una edad. Pero siempre con ilusión, pues la vejez de cada uno comienza cuando nos levantamos sin metas y nos acostamos sin esperanzas y esto no es una metáfora.
Desde estas líneas, solo queda animar a las personas que siguen dando vida al pueblo, no vaya a ser que cuando llegue nuestra última hora, no quede nadie que le eche un puñado de tierra a nuestro maltrecho cuerpo.
Podría decirse, que vienen mese de hibernación que comienza a sentirse y se acentúan más, pasada la fiesta de la Virgen del Valle para estos pequeños núcleos del norte palentino. Se volverá a la monotonía de esas tardes tristes y recogidas en que ya no se abrirá el teleclub del pueblo al no haber nadie que acuda a tomarse una cerveza. A recordar esos ratos en la solana, esa fiesta del verano que se ha empezado a celebrar y que tan buena acogida ha tenido… Solo se oirá durante unos días el silbido de los gorriones o algún tractor que pasa veloz a sembrar las tierras de centeno o avena de unos campos cada vez más difíciles… Luego, nada más… Solo el silencio…
Es evidente que habrá, quien quizás celebre la tranquilidad de sus calles. De todo hay en la viña del Señor…Y es curioso, que no se les pueda culpar por ello, pues nos hemos acostumbrado dada nuestra edad a esa soledad que se respira durante casi todo el año que, cuando se alteran un poco los decibelios en las calles, nos parece hasta raro e inusual… Es la realidad, la triste realidad del medio rural en el que vivimos… Solo nos queda, esperar que los pocos que hoy convivimos y mantenemos el pueblo adelante, aunque mayores, seamos capaces de mantener ese lento pulso que le sigue dando vida e ilusión a nuestro pueblo. Hoy, aunque sea lentamente nos permite, seguir metafóricamente respirando… Seguir luchando por lo nuestro aunque ya tengamos una edad. Pero siempre con ilusión, pues la vejez de cada uno comienza cuando nos levantamos sin metas y nos acostamos sin esperanzas y esto no es una metáfora.
Desde estas líneas, solo queda animar a las personas que siguen dando vida al pueblo, no vaya a ser que cuando llegue nuestra última hora, no quede nadie que le eche un puñado de tierra a nuestro maltrecho cuerpo.