Ya me encuentro una vez más en mi querido Cerrato. Ya huelo los olores típicos de los campos y suenan en mis oídos los "sonidos" de siempre. Nada más llegar y antes de llegar a Baltanás, he cumplido con el ritual de entrar a saludar a mis amigos del Bar Royuela, Angelito y su hijo. Ha llovido, dicen que falta hacía. Esta semana volveré, pues tengo un "proyecto" en mi mente que quiero llevar a cabo. Veremos como sale, ya os pondré al corriente.