VIDA Y COSTUMBRES
SOBRE EL CARACTER "VALDECAÑÉS"
Durante el paso del tiempo, las clases populares de Valdecañas de Cerrato, y alrededores, han desarrollado su propia jerga local, en la cual, algunos de sus términos difieren en significado con sus semejantes en otras provincias. Decía del hablar de los cerrateños de esta zona, el profesor Pablo Cepeda Calzada:
He observado la manera despaciosa de hablar de estos hombres de Castilla, que habitan en los Valles del Cerrato y laboran rudamente en la vega y en el páramo, vapuleados por la inclemencia de las estaciones. Bajo el estado de su natural reserva, les brotan las palabras y les salen de dentro como sustancias, como si expelieran un pedazo de su personalidad en cada vocablo que pronuncian.
Son palabras «sustancia», en las que muy rara vez entra un adjetivo. Más que para componer combinaciones de frases, parece que están hechas para la digestión, que ya ha sido realizada por el que la pronuncia, y que se inicia en el que la recibe. Se rumian los vocablos, que valen como alimento, en forma análoga a como los israelitas se nutrían del «maná» casi etéreo que les caía de las alturas.
Junto a esa parsimonia en el decir, que se escucha a sí mismo, surge acaso de improviso una gracia cáustica y atrevida, que anima el «cotarro». Borbota chispeante el requiebro, cargado de intención, de ironía, de sabiduría -procede de «saborear»-, por la que en los coloquiales parlamentos se «da la vuelta» al sentido de las palabras y se enhebran juegos de detalle y de mordacidad. Hay en ello un capricho y una zancadilla verbal, un medirse sutilmente cara a cara con el otro.
Por lo tanto, el carácter del cerrateño, el del valdecañés, es serio, es prudente, y sin embargo alegre. Es trabajador, sufrido, muy amante de su tradiciones y conocedor de sus oficios. Fuera de su ambiente natural, se muestra un tanto observador y desconfiado al principio, hasta su plena adaptación.
La familia es su pilar fundamental. Los valdecañeses, también se han caracterizado por el amor a sus tradiciones. Los vadecañeses, son más hombres "de palabra", que el burgués, que es más hombre "de frase".
Son sobrios y enérgicos, y sin perder la compostura y aplomo, saben ver el lado oblicuo de las cosas, haciendo piruetas de sorna y sarcasmos agridulces.
<< Los pueblos que olvidn la historia de sus antepasados y renuncian a sus raices decaen miserablemente, porque pierden, admás de la grtitud, la memoria, y cn la memoria, la ciencia y el valimiento... >> (Emilio Castelar)
SOBRE EL CARACTER "VALDECAÑÉS"
Durante el paso del tiempo, las clases populares de Valdecañas de Cerrato, y alrededores, han desarrollado su propia jerga local, en la cual, algunos de sus términos difieren en significado con sus semejantes en otras provincias. Decía del hablar de los cerrateños de esta zona, el profesor Pablo Cepeda Calzada:
He observado la manera despaciosa de hablar de estos hombres de Castilla, que habitan en los Valles del Cerrato y laboran rudamente en la vega y en el páramo, vapuleados por la inclemencia de las estaciones. Bajo el estado de su natural reserva, les brotan las palabras y les salen de dentro como sustancias, como si expelieran un pedazo de su personalidad en cada vocablo que pronuncian.
Son palabras «sustancia», en las que muy rara vez entra un adjetivo. Más que para componer combinaciones de frases, parece que están hechas para la digestión, que ya ha sido realizada por el que la pronuncia, y que se inicia en el que la recibe. Se rumian los vocablos, que valen como alimento, en forma análoga a como los israelitas se nutrían del «maná» casi etéreo que les caía de las alturas.
Junto a esa parsimonia en el decir, que se escucha a sí mismo, surge acaso de improviso una gracia cáustica y atrevida, que anima el «cotarro». Borbota chispeante el requiebro, cargado de intención, de ironía, de sabiduría -procede de «saborear»-, por la que en los coloquiales parlamentos se «da la vuelta» al sentido de las palabras y se enhebran juegos de detalle y de mordacidad. Hay en ello un capricho y una zancadilla verbal, un medirse sutilmente cara a cara con el otro.
Por lo tanto, el carácter del cerrateño, el del valdecañés, es serio, es prudente, y sin embargo alegre. Es trabajador, sufrido, muy amante de su tradiciones y conocedor de sus oficios. Fuera de su ambiente natural, se muestra un tanto observador y desconfiado al principio, hasta su plena adaptación.
La familia es su pilar fundamental. Los valdecañeses, también se han caracterizado por el amor a sus tradiciones. Los vadecañeses, son más hombres "de palabra", que el burgués, que es más hombre "de frase".
Son sobrios y enérgicos, y sin perder la compostura y aplomo, saben ver el lado oblicuo de las cosas, haciendo piruetas de sorna y sarcasmos agridulces.
<< Los pueblos que olvidn la historia de sus antepasados y renuncian a sus raices decaen miserablemente, porque pierden, admás de la grtitud, la memoria, y cn la memoria, la ciencia y el valimiento... >> (Emilio Castelar)