Me encantaría volver a oir el tañer de las
campanas.Nos acompañaban con su revoloteo alegre los días de
fiesta y con llanto seco los días de dolor, pero creo que ya no hay nadie en el
pueblo que lo sepa hacer; porque apesar de que en
verano volvemos a pasar unas corta vacaciones el resto del tiempo quedan en él muy poco habitantes.