Gracias al
pueblo en general, a quien encontré celebrando su fe una mañana del domingo: a su párroco que me brindó su colaboración sin restricción de tiempo y de conocimientos, que no eran pocos; y a Jsé López, que fue quien, con permiso de su párroco, me enseñó el gran templo conocido como la
catedral de la Ojeda. Y en él pude admirar sus
campanas, que me interesaba conocer para el libro que ya está caminando entre el publico, titulado AGUILAR Y SU SABROSO SON. CAMPANAS DEL MUNICIPIO. De ello dejo
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