Abandonado el pueblo por sus últimos habitantes, la iglesia comienza un deterioro paulatino, acelerado por el despojo de muchas de sus tejas, siempre codiciadas en los pueblos de alrededor.
Las paredes y la humilde espadaña, ya sin sus campanas, aún se encuentran en buen estado, pero poco a poco recibirán los embates del tiempo hasta llegar a la ruina actua.