Mi pequeña hornerita, con aquel gran horno de leña, donde se cocía el pan para 10 días, se hacían tortas y los dulces de las fiestas, aprovechando las brasas después de sacar el pan los chavales metíamos patatas para asar. Esa hornera donde también servía para cocer morcillas en su chimenea, ahumar la matanza. Nunca olvidaré las tortas de "jerejitos", calentitas con leche, exquisitas e inolvidables, después de una misa temprana y larga cantada en latín salías temblando.