Pasado que ha el famoso sábado sabadete..., ese en el que se debían de constituir nuestros ayuntamientos, la mayoría de ellos al menos, tras las últimas elecciones convocadas a tal fin, y una vez que "cada mochuelo anda ya en su olivo", o sea, cada alcalde y respectiva corporación en su "sillón municipal" a tal fin habilitado, tras los trámites oportunos, los pactos de última hora y los votos de uno y otro lado; es ahora tiempo de echarse hacia adelante y ponerse a trabajar por el pueblo, la villa, la ciudad, que tuvieron a bien elegirlos según su real saber y entender, pero esperando cosas nuevas, realizaciones nuevas, esperanzas nuevas para su pequeño o gran municipio. Por ello, nuestros munícipes no deben defraudarles a quienes en ellos pusieron tantas esperanzas tratando de atisbar una vida mejor para su entorno más inmediato, para los próximos cuatro años. Así debe ser y en ello deben empeñarse a fondo, máxime cuando ellos mismos (los alcaldes), cuentan, incluso a micrófono abierto, que un alcalde lo es las 24 horas del día. A ello pues.