Cuantos recuerdos al ver la puerta de la entrada a la iglesia del pueblo de Velillas. En él he vivido y jugado y estudiado por qué no, un montón de años, y trabajado también, desde luego, en aquellos veranos interminables con acarreo de las mieses, trilla y etc. Etc. Por esta puerta entrábamos los chavales en la iglesia y de repente el silencio se hacía en nuestros comentarios. Nos colocábamos al principio de la ilgesia (era cuando los hombres y las mujeres se sentaban separadas en los bancos)en la parte izquierda y eramos observados siempre por el titular de la escuela del pueblo y por el cura, no nos podíamos mover, teníamos que rezar, cantar, comulgar, ayudar a misa (todos eramos monaguillos de ocasión) y sobre todo, esuchar al cura sus pláticas, cuando el cura decía la misa de espaldas al público, luego ya se camibiío. Seguid escribiendo los demás...