Me gustaba, a todos los chavales creo, subir a la torre de la iglesia el día de la fiesta para tocar las campanas convocando al pueblo a la fiesta, que de tgodas las calles desembocaban en el pórtico de la iglesia a misa mayor; luego la procesión con aquellas enramadas en muchas puertas de las casas y luego la vuelta al templo tras recorrer las principales calles. Los chavales de fiesta, lucíamos nuestras mejores galas y ese día no podíamos mancharnos el traje. En casa a continuación comida especial y, por la tarde, baile en la era con alguna que otra orquesta de actualidad o a Pepe y su acordeón y otros músicos al respecto. Qué recuerdos, como fluyen ahora. Será la edad, será...