Ahora que andamos por aquí con unos cuantos grados bajo cero de temperatura ya (en torno a los -3, -4… o incluso más, dependiendo de las horas del día), y que el invierno parece querer instalarse ente nosotros más pronto que tarde, y seguro que para quedarse ya definitivamente y por una larga temporada por estas tierras; que “qué ganas de venir para pasar frío”, digo yo; bueno, el caso es que ahora que tenemos este montón de grados bajo cero pendiendo sobre nuestra cabezas, ahora vienen también las grandes heladas a visitarnos y quedarse entre nosotros hasta mejor ocasión, esto es hasta que nos lleguen unas temperaturas mucho más llevaderas. Y, así las cosas, se nos helará todo a nuestro alrededor… Hasta nuestro río Carrión, “ese río que nos lleva aguas abajo”, se cubrirá en algunos de sus tramos más tranquilos de una helada y resbaladiza capa de hielo. Porque los grandes arroyos por cuyos cauces aún transita algún hilo de agua, se paralizarán de pronto, tras helarse el líquido elemento para una larga temporada. Lástima que ya no pueda verse sobre los mismos a ningún grupo de chiquillos compitiendo entre ellos por ver quién conseguirá resbalar sobre esas placas de hielo una mayor distancia arroyo adelante, y caerse y levantarse una y otra vez sobre el hielo, entre el jolgorio general. Porque ocurre que ya no existe en el lugar rastro alguno de chiquillos, ni perspectivas de que los haya en el futuro. ¿Ley de los tiempos o ley de vida solamente?.