Aquí aparece la torre de nuestro pueblo, Velillas del Duque, enhiesta y bien derecha, apuntando al cielo, tirando hacia él, no en vano se trata de la torre de la iglesia de Santiago Apóstol, nuestro patrono. ¡Qué fiestas se organizaban con este motivo! Y aún hoy siguen llegando al pueblo en esos días muchas gentes para esos menesteres. Y se reúnen en torno a la iglesia, y luego hacen fiesta popular y participativa, y comida de hermandad, y… cuántos recuerdos afloran al presente entonces. Y ello a pesar de los tiempos que corren. Tiempos de crisis en la economía y tiempos de crisis en los pueblos, con el número de habitantes reducido casi a la mínima expresión, pero perviviendo aún unos cuantos que consiguen sacar aquello a flote. Hasta que llega el verano, y entonces la vida se dispara y eclosiona con fuerza, llenando las calles de gentes que van y vienen gozando de la calma y la tranquilidad del pueblo. Y chiquillos que juegan en sus calles…. Y casas que se vuelven a abrir y dan signos de vitalidad aunque sea sólo por unos meses… Pero todo se andará, dicen los más viejos del lugar. Que así sea.