Estuve en
Ventanilla la víspera de los
Santos, de despedida, aprecié imágenes paisagísticas que sólo había visto de niño:
árboles amarillos entre verde de las escobas, bellezas narurales, me impresionó el
pantano vacío, hablé con pocas personas, pero las ví
felices y contentas. No hacía frío. Me voy de nuevo a
Venezuela, de misionero, contento de haberme despedido de Ventanilla y de la
Virgen del
Valle Estrecho. La llevo en el corazón. Hasta dentro de tres años. Un abrazo a todos. Félix Ramos.