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VERTAVILLO: Chico, me estas haciendo la boca agua, por que me haces...

Así se llama el arroyo que desagua en el río Pisuerga cerca de Valoria la Buena de Cerrato, ha recogido antes las escorrentias de Cubillas de Cerrato, Poblacion de Cerrato, Alba de Cerrato, Vertavillo que también es del Cerrato aunque no se si solo utiliza el primer nombre y Hermedes de Cerrato. Aquellos cangrejos que se criaban en su cauce fueron los más ricos que recuerdo haber comido con aquella salsa tan sabrosa. Esos ya no volverán. No se si vale la pena tanta modernidad cuando ha sido a costa de perder tantas cosas buenas

Que razón tienes cuantos cangrejos pesque. En el molino de mi abuelo y en el de mi tío Francisco. Los vendimos a peseta la docena. Que tiempos aquellos. Vale la pena recordar nuestra infancia y nuestras correrías. Con sus anécdotas y recuerdos inolvidables.

Nosotros vivíamos al lado del molino de Cubillas de Cerrato, a sesenta metros, bajábamos una cuestecilla pasábamos un pequeño puente y ya estábamos allí. Alrededor se paseaban las gallinas en libertad, con sus polluelos, los patos que entraban y salían de la balsa y del cauce, algunas ocas grandes, tres o cuatro pavos, y en el corral, conejos caseros, varios cerdos, las vacas lecheras, un asno, varias mulas y los perros. Los perros lengüeteaban la tercerílla, no el salvado ni la harina virgen. Una mastín de León algún cachorro, tres de caza, un ratonero, que se yo.
El molino era de los llamados maquileros, cobran su trabajo en especie.
La balsa del molino era nuestra playa, desde la compuerta nos zambullíamos de cabeza, una gozada, y nos secábamos corriendo por la orilla del cauce, en porreta, allí no se escandalizaba nadie de vernos, a los chavales, con el culo al aire. Se respiraba una libertad absoluta, eso que eran tiempos de la oprobiosa. La rueda sobre la que caía el agua de la nana leña era enorme, quizá tuviera cinco metros de diámetro, era la que movía toda la maquinaria, incluidas las muelas y todas las cintas de transporte y los husillos, los cedazos y todo lo demás, era una maravilla de precisión mecánica. Años más tarde se cambio la rueda por una turbina, funcionaba también como antes, pero no tenía el encanto del modelo anterior.
El molinero se llamaba Eliseo Gimeno, tenía un hijo que también se llamaba así y cuatro hijas, Petra que se hizo religiosa, Ángeles, Rosario y Victoria que se casaron.
El edificio sigue allí. Ya no baja agua por el cauce, quedan algunos chopos si los miles de gorriones que te ensordecían los crepúsculos, lo ves y te embarga la nostalgia, es el paraíso perdido de la niñez, aquella que se fue y no olvidamos.

Chico, me estas haciendo la boca agua, por que me haces recordar todo lo relacionado con los molinos de mi abuelo, que por cierto uno de ellos parte lo convirtió para dar luz al pueblo, con una turbina, lo demás mas o menos igual, pero solo recordarlo me pone los pelos de punta.
Mi abuelo se llamaba Rufino Calvo Pastor, y frecuentaba varios molinos de varios pueblos, llevando y trayendo los costales de trigo y harina con el carro y los burros, en fin, que sin tantos adelantos, nosotros los chiquillos nos sentíamos felices sin alterar la naturaleza, pan natural, sin tantos aditivos como ahora, cuatro animales y un poco de huerta en la rivera, y a vivir.