El Curavacas (2524 metros de altitud) es una
montaña que destaca desde gran distancia, por su prominencia y aislamiento. Y también por su escabrosa y verdinegra estampa, un tanto tenebrosa. La primera ascensión fue realizada por José García Sinériz y Donato Pérez en
verano de 1861.
En la cumbre del Curavacas, además del vértice geodésico (bastante castigado por los rayos), hay un buzón, una
cruz, una pequeña
campana y, a veces, algunas
banderas de oración.