Según las Actas de la Cofradía, consta que los cofrades, presididos por el Abad, que era el párroco, y por el mayordomo, que era entonces la máxima autoridad en el
pueblo, se reunían el día de
san Juan Bautista, el 24 de junio, para dar cuenta de las rentas que habían recibido los cofrades, y se distribuían las tierras y demás posesiones de la Cofradía del Rosario, para que las trabajaran durante el año siguiente.