VILLAMORONTA: Más de 300 páginas para recordar una larguísima trayectoria...

Más de 300 páginas para recordar una larguísima trayectoria taurina que escribió una de sus páginas de oro aquel 18 de marzo de 1958, en la plaza de toros de Valencia, con Antonio Ordóñez y Julio Aparicio acompañando en el doctorado a Marcos de Celis, un torero que a decir de muchos críticos taurinos fue un diestro incomprendido, con unas condiciones fuera de toda duda, y un punto de extravagancia, ese punto que distingue a los genios del resto de los mortales.

Pablo Fernández Escudero, con el respaldo de la Diputación y de la nueva empresa adjudicataria de Campos Góticos, Valtauro, ha completado en su libro Historial Taurino del Matador de Toros Marcos de Celis, un extenso recorrido por la trayectoria profesional del torero.

El autor, avisa, «que el campo de investigación ha sido exhaustivo, y en no pocas ocasiones se me ha mostrado en diferentes perspectivas e incontables contradicciones» y añade que de su vida privada, personal y particular y familiar «nada voy a escribir. A él solamente corresponde. Si algún lector piensa encontrar en las páginas del libro una palabra negativa y malintencionada, que no siga leyendo porque no la encontrará». Al mismo tiempo no tiene reparos en reconocer que este Historial Taurino de Marcos de Celis, «posiblemente», asombre no solo a las nuevas generaciones «que evidentemente no vivieron ni sintieron el apasionamiento de las gentes de Palencia por el torero , también a los que sí lo hicieron y fueron sus admiradores y también a los detractores, que de todo hubo, incluso a sus compañeros que inevitablemente sus nombres se ven reflejados completando e identificando el festejo que corresponda».

Aunque el autor incide en que «todo, absolutamente todo lo que de Marcos escriba, me propongo como condición ha de ser resaltando positivamente su trayectoria taurina profesional», no menos cierto es que en ningún momento trata de desvirtuar la realidad. «Sus éxitos no faltarán, y para que brillen más sus triunfos, sus fracasos tampoco».

El Historial Taurino de Marcos de Celis, del que se han editado más de un millar de ejemplares, arranca con una reseña de los principales toreros palentinos, iniciándose la semblanza de Marcos de Celis con el capítulo Se busca un torero (Año 1949). Reseñable es el capítulo II bajo el epígrafe Camino de la Alternativa donde se recuerdan episodios como la novillada de la Cruz Roja, su primera novillada con picadores el 24 de junio de 1953 en Medina de Rioseco, o el año 1954 con 25 novilladas picadas.

Un capítulo más adelante el libro recoge fechas tan especiales como la presentación en Madrid, en el año 1955 -19 de marzo- , una temporada que el autor califica de «trascendental», y su «definitivo examen de reválida para llegar a ser matador alternativado».

El capitulo IV da paso a un periodo donde resaltan triunfos como el de Badajoz con los Miura el 24 de junio, o la petición de pata, sí han leido bien, pata, el 18 de agosto de 1957 en Toledo.

Cronológicamente llega 1958 con citas como los guardiolas y miuras en San Fermín, y efemérides alejadas de los ruedos como su boda, preludio de lo que sería su gran año, 1959, con Marcos de Celis saliendo por la Puerta Grande de Las Ventas el 12 de abril de 1959. «El torero palentino rompe el maleficio de Las Ventas cortando dos orejas y pasa con letras de oro a la historia de la más importante, exigente y entendida plaza de toros del mundo, la Monumental de Las Ventas madrileña», sentencia el autor del libro. Joaquín Bernadó y José Luis Ramírez completaban un cartel que ha pasado a la historia.

El libro apunta otro hito histórico. En 1960 se retransmite la primera corrida televisada de Marcos de Celis. Fue el 12 de octubre en la plaza de toros de Zaragoza y solo tres años después decide retirarse temporalmente y marcha a Lieja (Bélgica), «donde dicen trabajó en una mina de carbón durante unos días de los tres meses que permaneció allí».

El año 1964 fue el del resurgir de Marcos de Celis, compartiendo cartel con Curro Romero en Sevilla, o algunas tardes en Francia, preludio de lo que Pablo Fernández considera un final sin meta, final que llegaría el primero de junio del año 1972. Con toros de Condes de Ruiseñada y Sebastián Palomo Linares y el mexicano Eloy Cavazos, el palentino hacía su paseíllo de verde y oro viejo. «Su meta la alcanzó hace mucho tiempo, y ahora, emocionado y agradecido, con orgullo y dignidad, había llegado al final».

Antes, un 2 de abril de 1967, Marcos de Celis volvió a rendir Madrid a sus pies; el torero le hizo la faena al segundo que le correspondía con la montera calada «hasta las cejas, como los toreros antiguos, con majeza, gallardía y aires de gran torero, sorprendiendo a gran parte del respetable, lo que provocó un sonoro murmullo de protesta que inexplicablemente, poniendo de manifiesto su ignorancia, le increpó». Fue una genialidad más.