Emily Dickinson
¡Yo no soy Nadie! ¿Quién eres tú?
¿Tampoco eres Nadie tú?
Ya somos dos - ¡Pero no lo digas!
Ya sabes, luego se percatarían.
¡Qué terrible ser Alguien!
¡Qué público decir tu nombre
Cual Rana ‑ todo el santo día –
Para que un Tronco se asombre!
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Escribe Emily Dickinson: "Temo a la persona de pocas palabras./ Temo a la persona silenciosa./ Al sermoneador, lo puedo aguantar;/ al charlatán, lo puedo entretener./ Pero con quien cavila/ mientras el resto no deja de parlotear,/ con esta persona soy cautelosa./Temo que sea una gran persona".
¡Yo no soy Nadie! ¿Quién eres tú?
¿Tampoco eres Nadie tú?
Ya somos dos - ¡Pero no lo digas!
Ya sabes, luego se percatarían.
¡Qué terrible ser Alguien!
¡Qué público decir tu nombre
Cual Rana ‑ todo el santo día –
Para que un Tronco se asombre!
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Escribe Emily Dickinson: "Temo a la persona de pocas palabras./ Temo a la persona silenciosa./ Al sermoneador, lo puedo aguantar;/ al charlatán, lo puedo entretener./ Pero con quien cavila/ mientras el resto no deja de parlotear,/ con esta persona soy cautelosa./Temo que sea una gran persona".