Si lugar a dudas, este es el
rincón del
pueblo que más cariño despierta entre los castrillenses. Y hay motivos para ello: Por un lado está la
ermita de nuestra querida
Virgen del
Camino. Lugar que nos trae recuerdos de aquellos meses de las
flores cuando todos los vecinos ibamos a rezar el rosario a diario. No cabíamos en el recinto sagrado, teniendo que quedarse en la
calle muchos de los hombres, desde donde se rezaba con tanto fervor como los de dentro. Y, por otra parte, el camposanto, al lado
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