MI PUEBLO:
Cuando voy caminando
por las calles de Alaraz donde
yo nací, me voy imaginando la
gente que veía cuando yo vivía allí.
En las calles y en la plaza y lugares
que visito, se nota también la ausencia
de conocidos vecinos, a quien veo
reflejados en el rostro de sus hijos.
Era un pueblo con muchos carros
tirados por caballos, también mulas
y bueyes, que al final de la jornada
después de colgar los aperos, les
dábamos de comer en pesebres.
Las yuntas iban y venían, pues había
que currar, primero la arada, después
a sembrar, después a aricar, se segaba,
se acarreaba y después a trillar, también
se limpiaba y ya limpio el grano se metía
en saco o costal.
Los domingos esperábamos en la
plaza bien trajeados viendo
a las chicas muy arregladas pasar, pues
iban a misa y también a rezar, después
de la misa y de ir al bar, comer y jugar
la partida, teníamos de todo para
disfrutar, pues había baile, cine, juego
de pelota y mucho mas.
Los toros y las fiestas no podían faltar
y traíamos orquesta para bailar,
después los amigos para celebrar y
cuando las chicas con quien bailamos
ya se habían ido a acostar, les cantábamos
serenatas aunque a los vecinos les cayera
mal.
Al Santo Cristo Del Monte se le cambia
de lugar, su casa es la ermita y la parroquia
de Nuestra Señora de las Nieves que en
el pueblo está, en el trayecto se hizo costumbre
la jota bailar, la bailan los quintos, alaraceños
y los forasteros que a la fiesta van.
El camino a la ermita que paseado está,
con un montón de gente que en las fiestas
a oir misa y a los toros va, siguiendo el
camino llegas al Berrocal, donde las peñas
y el olor a tomillo lo hace un lugar especial.
JUAN GÓMEZ GARCÍA.
Cuando voy caminando
por las calles de Alaraz donde
yo nací, me voy imaginando la
gente que veía cuando yo vivía allí.
En las calles y en la plaza y lugares
que visito, se nota también la ausencia
de conocidos vecinos, a quien veo
reflejados en el rostro de sus hijos.
Era un pueblo con muchos carros
tirados por caballos, también mulas
y bueyes, que al final de la jornada
después de colgar los aperos, les
dábamos de comer en pesebres.
Las yuntas iban y venían, pues había
que currar, primero la arada, después
a sembrar, después a aricar, se segaba,
se acarreaba y después a trillar, también
se limpiaba y ya limpio el grano se metía
en saco o costal.
Los domingos esperábamos en la
plaza bien trajeados viendo
a las chicas muy arregladas pasar, pues
iban a misa y también a rezar, después
de la misa y de ir al bar, comer y jugar
la partida, teníamos de todo para
disfrutar, pues había baile, cine, juego
de pelota y mucho mas.
Los toros y las fiestas no podían faltar
y traíamos orquesta para bailar,
después los amigos para celebrar y
cuando las chicas con quien bailamos
ya se habían ido a acostar, les cantábamos
serenatas aunque a los vecinos les cayera
mal.
Al Santo Cristo Del Monte se le cambia
de lugar, su casa es la ermita y la parroquia
de Nuestra Señora de las Nieves que en
el pueblo está, en el trayecto se hizo costumbre
la jota bailar, la bailan los quintos, alaraceños
y los forasteros que a la fiesta van.
El camino a la ermita que paseado está,
con un montón de gente que en las fiestas
a oir misa y a los toros va, siguiendo el
camino llegas al Berrocal, donde las peñas
y el olor a tomillo lo hace un lugar especial.
JUAN GÓMEZ GARCÍA.
Muy emotiva y sentida