Lo que durante centenares de años había sido una ruina devenida en cantera a cielo abierto, pero con la piedra ya cortada; para pasar a ser establo y criadero de champiñones, por mor de un amante de los castillos y fortalezas que quiso gastarse su dinero, ha pasado a ser un establecimiento hostelero de referencia en el oeste salmantino.