El despoblamiento rural y, puede que también la pérdida de los valores religiosos, hacen que un día como el de la Epifanía del Señor, la iglesia mostrara este aspecto. La mayor parte de los bancos sin ocupación, treinta y una personas en la iglesia (incluyendo al cura), de los que casi una docena no residimos habitualmente en el pueblo. De todos ellos, solamente cuatro eran niños y uno de ellos vive en otro lugar.
Con independencia de las creencias de cada uno, el número de residente habituales no superará el centenar y, la mayoría de ellos, son jubilados y en muchos casos, superando los ochenta años.
Nuestros pueblos se quedan sin gente y, lo peor de todo, es que no hay síntomas que puedan hacernos suponer, que en el futuro ésta situación pueda revertise.
Con independencia de las creencias de cada uno, el número de residente habituales no superará el centenar y, la mayoría de ellos, son jubilados y en muchos casos, superando los ochenta años.
Nuestros pueblos se quedan sin gente y, lo peor de todo, es que no hay síntomas que puedan hacernos suponer, que en el futuro ésta situación pueda revertise.