RECUERDO
Recuerdo aquellos años, pero no con nostalgia. Ésta siempre es un engaño al seleccionar los recuerdos y edulcorarlos.
Eran los, así llamados por los vencedores, “25 años de paz”.
Una paz impuesta, no elegida ni asimilada, no sólo por los vencidos republicanos sino también por los que, asomados a la Universidad, veíamos que nos tapaban las fronteras para poder contrastar nuestra “paz” con la “paz de los demócratas europeos”.
Afirmar que hay paz porque ya no hay enemigos es un sarcasmo.
Es verdad que muchos ya no estaban, porque estaban muertos pero otros muchos estaban exiliados (gracias México, amigo) y otros escondidos tras una doble pared en el salón de la casa y cuya entrada era la puerta del aparador, por la que, por las noches, quizá saliera a charlas con la familia, a estirar las piernas, a comer o a evacuar.
Se tenía miedo, mucho miedo, al paredón si eran descubiertos.
Se vigilaba qué cantidad de alimentos compraba la madre en la tienda cuando se suponía que su marido, cobarde y traidor, había huido al extranjero.
¿Y el tabaco?
¿Cómo podía la esposa hacerse con la pota de tabaco para el enclaustrado en la guarida?
Era la prueba de que “el tabaco no engaña”.
Años y años encerrados como ratas en sus ratoneras.
Esa Paz… (La Codorniz, una vez más, sería requisada de los kioscos, multada y cerrada temporalmente por aparecer en su portada PAZ y en su contraportada CIENCIA). Y como era “la revista más audaz para el lector más inteligente”, todos leían PACIENCIA. Eso era la PAZ, PACIENCIA.
El miedo era el que guardaba la viña.
El lema era: “nos tienen envidia”, por eso no quieren contacto con nosotros ni nos dejan entrar en las instituciones europeas e internacionales.
Yo, naturalmente, como la mayoría de los españoles, no nos enteramos de la 2ª Guerra Mundial, por lo tanto tampoco del Plan Marshall.
Lo que sí se nos remachaba era que Franco nos había salvado de la guerra (como antes nos había salvado del marxismo-leninismo-comunismo republicano)
Había guerras por todo el mundo, menos en España, gracias a Franco, a quien deberíamos estar sumamente agradecidos. Por eso éramos la envidia de todos y era esa envidia la que nos cerraba las puertas a las Instituciones Superiores.
“Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios”
En mi pueblo no había prensa, ni radio, ni (menos) televisión.
Funcionaba Radio Macuto que, como se sabe, nunca es información neutra, sino coloreada del interesado de esa noticia.
El Sr. Antonio, el carnicero, tenía una radio y nos dejaba oírla, muchas noches, sobre todo para oír cantar a Evaristo, sobrino-primo de mi tía. A veces, también, oíamos “el parte”, cuya información, la creyéramos o no, no teníamos instrumentos de contrastación.
Así que “así debía de ser” la realidad exterior como nos la contaban desde el interior.
¿Cómo iba a criticarse a los amigos del Régimen Fascista aunque se le denominase como Movimiento Nacional?
La guerra civil, nuestra guerra civil, no fue tanto una guerra civil como un golpe de estado, convertido en “Cruzada”, predicada y bendecida por la Iglesia Católica, Apostólica y, sobre todo y también, Romana.
Y, con “la ayuda de Dios”, pudo celebrase el 1 de Abril el “Día de la Victoria” y se enterró el régimen republicano, votado por la mayoría de los españoles, con las manos ardiendo de la iglesia, de tanto hacer palmas.
Así, desapareció la Información y se instaló la Propaganda y la Publicidad.
Ya no había más que un color, el azul, el de “los buenos”.
Ir a misa los Domingos y Fiestas de Guardar, confesar y comulgar al menos una vez al año, y por Pascua Florida, era la “conditio sine qua non” para no levantar sospecha de ateo (por lo tanto republicano y comunista, rojo “malo” y enemigo de España, de la Paz y de la Prosperidad)
Y RECUERDO…
Recuerdo mi vestimenta diaria, ese pantalón corto, de pana, que hacía Casimiro, el sastre, o nuestra propia madre, y que se nos descosía continuamente al jugar a “guardias y ladrones”, con una raja adelante, para mear, y otra mayor atrás para….
Los calzoncillos llegarían mucho después.
Por supuesto, ninguna niña con pantalones, sería calificada de “machuna” o “machorra”, nada femenina, por lo que, (traviesos) aprovechábamos para verles las bragas (ellas sí las llevaban).
Estrenar ropa era algo raro.
Todo iba pasando del mayor al siguiente y al siguiente, desde pantalones, camisa, zapatos,…
Recuerdo, aún, la poesía:
“Me cago en diez y en rediez
Cuánto me quiere mi madre
Que me ha hecho una camisa nueva
De una vieja de mi padre”.
Ni moda infantil ni juvenil.
Las madres, todas, eran multifuncionales (hacía todo, de todo, y lo hacían, generalmente, bien).
Y me RECUERDO…
Me recuerdo de trillique, con 4 ó 5 años, a rachisol.
Hoy sería explotación infantil y los Servicios Sociales te quitarían al niño.
Entonces el niño ya era mano de obra.
Recuerdo aquellos años, pero no con nostalgia. Ésta siempre es un engaño al seleccionar los recuerdos y edulcorarlos.
Eran los, así llamados por los vencedores, “25 años de paz”.
Una paz impuesta, no elegida ni asimilada, no sólo por los vencidos republicanos sino también por los que, asomados a la Universidad, veíamos que nos tapaban las fronteras para poder contrastar nuestra “paz” con la “paz de los demócratas europeos”.
Afirmar que hay paz porque ya no hay enemigos es un sarcasmo.
Es verdad que muchos ya no estaban, porque estaban muertos pero otros muchos estaban exiliados (gracias México, amigo) y otros escondidos tras una doble pared en el salón de la casa y cuya entrada era la puerta del aparador, por la que, por las noches, quizá saliera a charlas con la familia, a estirar las piernas, a comer o a evacuar.
Se tenía miedo, mucho miedo, al paredón si eran descubiertos.
Se vigilaba qué cantidad de alimentos compraba la madre en la tienda cuando se suponía que su marido, cobarde y traidor, había huido al extranjero.
¿Y el tabaco?
¿Cómo podía la esposa hacerse con la pota de tabaco para el enclaustrado en la guarida?
Era la prueba de que “el tabaco no engaña”.
Años y años encerrados como ratas en sus ratoneras.
Esa Paz… (La Codorniz, una vez más, sería requisada de los kioscos, multada y cerrada temporalmente por aparecer en su portada PAZ y en su contraportada CIENCIA). Y como era “la revista más audaz para el lector más inteligente”, todos leían PACIENCIA. Eso era la PAZ, PACIENCIA.
El miedo era el que guardaba la viña.
El lema era: “nos tienen envidia”, por eso no quieren contacto con nosotros ni nos dejan entrar en las instituciones europeas e internacionales.
Yo, naturalmente, como la mayoría de los españoles, no nos enteramos de la 2ª Guerra Mundial, por lo tanto tampoco del Plan Marshall.
Lo que sí se nos remachaba era que Franco nos había salvado de la guerra (como antes nos había salvado del marxismo-leninismo-comunismo republicano)
Había guerras por todo el mundo, menos en España, gracias a Franco, a quien deberíamos estar sumamente agradecidos. Por eso éramos la envidia de todos y era esa envidia la que nos cerraba las puertas a las Instituciones Superiores.
“Franco, Caudillo de España por la gracia de Dios”
En mi pueblo no había prensa, ni radio, ni (menos) televisión.
Funcionaba Radio Macuto que, como se sabe, nunca es información neutra, sino coloreada del interesado de esa noticia.
El Sr. Antonio, el carnicero, tenía una radio y nos dejaba oírla, muchas noches, sobre todo para oír cantar a Evaristo, sobrino-primo de mi tía. A veces, también, oíamos “el parte”, cuya información, la creyéramos o no, no teníamos instrumentos de contrastación.
Así que “así debía de ser” la realidad exterior como nos la contaban desde el interior.
¿Cómo iba a criticarse a los amigos del Régimen Fascista aunque se le denominase como Movimiento Nacional?
La guerra civil, nuestra guerra civil, no fue tanto una guerra civil como un golpe de estado, convertido en “Cruzada”, predicada y bendecida por la Iglesia Católica, Apostólica y, sobre todo y también, Romana.
Y, con “la ayuda de Dios”, pudo celebrase el 1 de Abril el “Día de la Victoria” y se enterró el régimen republicano, votado por la mayoría de los españoles, con las manos ardiendo de la iglesia, de tanto hacer palmas.
Así, desapareció la Información y se instaló la Propaganda y la Publicidad.
Ya no había más que un color, el azul, el de “los buenos”.
Ir a misa los Domingos y Fiestas de Guardar, confesar y comulgar al menos una vez al año, y por Pascua Florida, era la “conditio sine qua non” para no levantar sospecha de ateo (por lo tanto republicano y comunista, rojo “malo” y enemigo de España, de la Paz y de la Prosperidad)
Y RECUERDO…
Recuerdo mi vestimenta diaria, ese pantalón corto, de pana, que hacía Casimiro, el sastre, o nuestra propia madre, y que se nos descosía continuamente al jugar a “guardias y ladrones”, con una raja adelante, para mear, y otra mayor atrás para….
Los calzoncillos llegarían mucho después.
Por supuesto, ninguna niña con pantalones, sería calificada de “machuna” o “machorra”, nada femenina, por lo que, (traviesos) aprovechábamos para verles las bragas (ellas sí las llevaban).
Estrenar ropa era algo raro.
Todo iba pasando del mayor al siguiente y al siguiente, desde pantalones, camisa, zapatos,…
Recuerdo, aún, la poesía:
“Me cago en diez y en rediez
Cuánto me quiere mi madre
Que me ha hecho una camisa nueva
De una vieja de mi padre”.
Ni moda infantil ni juvenil.
Las madres, todas, eran multifuncionales (hacía todo, de todo, y lo hacían, generalmente, bien).
Y me RECUERDO…
Me recuerdo de trillique, con 4 ó 5 años, a rachisol.
Hoy sería explotación infantil y los Servicios Sociales te quitarían al niño.
Entonces el niño ya era mano de obra.