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ALDEANUEVA DE FIGUEROA: Si en mi pueblo, ALDEANUEVA DE FIGUEROA, hubiera estado...

Si en mi pueblo, ALDEANUEVA DE FIGUEROA, hubiera estado de alcalde el anterior, el “tío Viruta”, también la falange habría hecho de las suyas.
Pero se encontró con el “tío Antonio, el carnicero” que, cuando la falange llegaba al pueblo, los saludaba, al tiempo que les espetaba “yo también tengo pistola” y los sacaba a las afueras del pueblo, para que se fueran por donde habían venido.

Es real esta historia.
El “tío Nicomedes, el sastre” (padre del “tío Rosendo, el sastre, y abuelo de Vicente y Casimiro, sastres) había ido a ESPINO DE LA ORBADA a llevar el encargo de un traje.
Allí se enteró que al maestro del pueblo le habían dado “el paseo” y había aparecido fusilado en el Monte de la Orbada.
Al llegar al pueblo, lo primero que hizo es ir a casa de D. César, el maestro (el que sería mi maestro y del que he escrito largo y tendido en otro post anterior) y comunicarle lo del maestro de Espino.
D. Cesar, con el miedo en su cuerpo, quiso llevar la radio (que estaba prohibido oírla, sobre todo “La Pirenaica”) y depositarla en casa del “tío Antonio el “carnicero” pero lo que éste hizo fue reunirse con el maestro en la casa de éste.
Al poco tiempo llegó la falange. Los invitaron a entrar al tiempo que “el tío Antonio, el “carnicero”, sacó la pistola, se la puso en la sien al cabecilla del grupo y los acompañó a la salida del pueblo.
Los chivatos denunciantes, buscando una recompensa, fueron sobre todo el “Tío Heredero” (que a lo largo de los años sería tan mal visto, sobre todo cuando se hizo un devoto santurrón) y el “Tío Geras”, que tuvo que abandonar el pueblo y que, por culpa de ellos, le fue requisado el verano a alguno de los denunciados.

Lo mismo ocurriría con el maestro de SAN CRISTÓBAL DE LA CUESTA, pero se libró “porque tenía dos hijos frailes”.

En FUENTELAPEÑA, tras el Alzamiento, fueron muchos los jóvenes detenidos y fusilados que, rebeldes durante la república, se habían dedicado a robarles a los ricos.
Algo que no ocurrió en mi pueblo a pesar que los jóvenes, en el antiguo Convento Trinitario (¿o de La Merced?) colgaron el letrero de: “UGT, La casa del pueblo” y, allí reunidos, se divertían repartiéndose, en su imaginación, las casas y las tierras del Tío Chiro, de Juan Juanes, de Valle, de la Tía Remedios…

De Diego Veloz mi madre me ha contado varias anécdotas que no pongo en duda:

.- Cuando adquirió la finca La Cañadilla toda la comarca, sobre todo Villaverde de Guareña, Pajares de la Laguna y La Orbada, le ayudó a construir la casa o palacete. Además lo consiguió de una manera sibilina: en un cuaderno se iba apuntando el nombre y apellidos de quienes arrimaban piedras, o arena, o chinarrilla, o maderas, o retiraban escombros,…

.- A las criadas las ponía contra la pared, con los dedos de la mano abiertos y él, desde una cierta distancia, disparaba con su pistola entre los dedos.

.- El “tío Nene”, de mi pueblo, cuando echaban a hierbas, le traía animales, de su finca, para comer, gratis, las hierbas del pueblo, y ser bien mirado por “Martinillo”.

.- A veces andaba desnudo y cuando, cierto día, por los caminos, se encontró con el porquero le ridiculizó la vara que llevaba y, llevándose la mano a los testículos, le dijo: “toma esta vara”.

.- Cierto día que se acercó a La Cañadilla un vendedor de chocolate, con su carro y su viejo mulo, le pegó un tiro al mulo, matándolo y largándolo por el camino por el que había venido. Pero, pasado un poco de tiempo, dos criados le dieron alcance con el mismo carro y un mulo joven, diciéndole que era un regalo de Don Diego.

.- Mi tío Manolo, que en la guerra se mancó al coger una caja de bombas, se presentó a unas pruebas para la Guardia Civil (o Cívica) y lo suspendieron. Cuando Diego Veloz se enteró mandó a llamarlo y le reprochó que no se lo hubiera comunicado a él, previamente. En su segunda presentación a las pruebas ni se las hicieron, le dieron la plaza de inmediato, aunque al poco tiempo moriría.

.- Incluso cuando la Guardia Civil pillaba a alguien con contrabando, en el momento de cambiar los sacos de cebada o trigo, en Gansinos o en Gomecello, si estaba en paz con Diego Veloz, sólo tenía que recurrir a él para solucionar el problema.