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ALDEASECA DE LA FRONTERA: EL JUEGO DEL ARO...

EL JUEGO DEL ARO

Aunque en mi anterior mensaje anunciaba que en el próximo (en este) haría referencia a algunos juegos infantiles cargados de magia, dejo este tema para un momento próximo, para centrarme hoy el “EL JUEGO DEL ARO”, un juego de ejercicio, de habilidad, de velocidad y de aire libre, que proviene de tiempos remotos y que tuvo mucha presencia en numerosas generaciones de niños aldeasequinos.

Creo que aún no se ha hecho una descripción detallada de este juego por parte de quienes participamos de forma activa en este foro, así que paso sin más a describirlo.

Cada año, hacia finales del mes de septiembre (según creo recordar), los niños (los niños de siete, ocho o más años que fuimos nosotros mismos, y también los niños que fueron antes nuestros padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos), sacábamos a las calles EL ARO, con el que íbamos a todas partes, excepto a la escuela, donde creo no lo podíamos llevar.

El Juego de EL ARO era un juego muy divertido, que hoy se está intentando recuperar en diferentes lugares de nuestra geografía nacional, por sus posibilidades educativas. Se trata de un juego que se puede practicar de forma individual o en grupo, y que es capaz de desarrollar las habilidades motrices básicas, la coordinación dinámica general, la coordinación óculo-manual y visomotora, la locomoción, o la resistencia en la carrera…, por citar algunas de sus principales virtudes psicopedagógicas.

Los materiales necesarios para este juego eran y siguen siendo muy simples, un aro de hojalata o de varilla de hierro, de 1 o 2 centímetros de ancho y de unos 40 o 50 centímetros de diámetro, que los niños impulsábamos con un alambre, o con una varilla fina de hierro (de unos 6 milímetros) terminada en una U doblada en ángulo recto, de longitud ajustada a la altura del propietario, y que servía de guía para que el aro rodase de la forma más rápida posible.

En el extremo por el que agarrábamos la varilla, ésta se doblaba sobre si misma, sirviendo esta doblez de agarradero, si bien en otros casos la varilla disponía de un mango de madera.

A decir verdad, nos las ingeniábamos para obtener un aro de diferentes materiales, como las asas de calderos y pozales, o las llantas de las bicicletas

A veces hacíamos competiciones, en las que participábamos grupos de niños que echábamos carreras que ganaba quien era capaz de llegar a la meta marcada de la forma más rápida y con menos caídas del aro a lo largo del trayecto. Pero en otras muchas ocasiones el aro no era más que un fiel amigo que nos acompañaba a todas partes, y que con su peculiar sonido iba anunciando nuestra presencia en las calles, puesto que lo llevábamos con nosotros, rodándolo, en nuestros desplazamientos por el pueblo y sus alrededores: al volver a casa desde la plaza a recoger la merienda, o al retornar de nuevo a la plaza, donde habíamos quedado todos para participar en otros juegos, o al ir a hacer cualquier recado…

Acabo ya, así que de nuevo, y ya en este último día de 2008, feliz salida y entrada de año para todas las personas que de una u otra forma (escribiendo, leyendo o comentando) participan en este foro.

Saludos cordiales desde Zaragoza… JEP