ALGUNAS DE LAS ACTIVIDADES LÚDICAS DE NUESTRA INFANCIA: JUEGOS DE VERANO EN LAS ERAS
Fluye ahora mismo con fuerza la visión, el olor, el tacto y el sonido de acarreos, hacinas, parvas, montones y limpias; de carros, horcas, trillos, bieldos, palas, garios y rastrillos. Recuerdo en particular la trilla, los montones y la limpia de algarrobas, lentejas y garbanzos, así como la del trigo y la cebada.
Cada amanecer se acarreaba la mies, antes de que el sol la resecase. En el caso de la cebada y del trigo se hacían en las eras enormes hacinas, que se convertían en lugar propicio para el juego infantil. Nos gustaba subir a lo más alto de ellas y utilizarlas como trampolín, saltando desde arriba sobre los haces, ya desechos, que servían de colchoneta y que evitaban que nos hiciéramos daño al caer desde una altura realmente considerable. Generalmente terminábamos llenos de polvo, paja y arañazos, y con algún que otro susto en el cuerpo, al colarnos entre los haces. Y alguna bronca que otra nos caía cuando volvíamos a casa hechos unos zarrios.
Tras el acarreo o “la saca” de la hacina, se formaba una nueva parva, que se trituraba a lo largo de todo el día con los trillos, en los que tanto nos gustaba montar a los niños, frecuentemente haciéndonos cargo de alguno de ellos, arrastrados por machos y mulas, que a veces caminaban lentamente, pero que otras eran “arreadas”, especialmente cuando amenazaba tormenta y había que finalizar cuanto antes la tarea; o cuando había corrida de toros, una vez que la televisión hizo acto de presencia, allá por los primeros años 60.
Una de las cosas que me llamaba mucho la atención eran las tornaderas, aquellos arcos de hierro que anclados con una bisagra en la parte trasera del trillo, se volcaban sobre la parva para remover la mies en diferentes momentos del proceso. Subidos sobre “la feria” del trillo, que a muchos de nosotros nos hizo pasar momentos muy divertidos en nuestra infancia. Circulando a velocidad punta sobre la polvorienta parva, nos gustaba apoyarnos sobre aquellas tornaderas, logrando con ello que la paja se arrastrase y amontonase bajo ellas. Aquello era una auténtica fiesta, que muchos vivíamos a diario en los veranos de nuestra infancia.
Recuerdo también que en las eras se cazaban “arrecágeles” (vencejos) a latigazos (fritos estaban exquisitos), en la primera parte de los veranos, al son de la trilla y limpia de las algarrobas, que provocaban la presencia de estos pájaros en busca de gorgojos.
Finalmente, ocupábamos parte de nuestro tiempo en la captura de sartigallos (saltamontes) y moscardones, que servían de cebo a las ballestas que instalábamos con frecuencia en las eras para cazar gorriones.
Saludos cordiales desde Zaragoza, JE
Fluye ahora mismo con fuerza la visión, el olor, el tacto y el sonido de acarreos, hacinas, parvas, montones y limpias; de carros, horcas, trillos, bieldos, palas, garios y rastrillos. Recuerdo en particular la trilla, los montones y la limpia de algarrobas, lentejas y garbanzos, así como la del trigo y la cebada.
Cada amanecer se acarreaba la mies, antes de que el sol la resecase. En el caso de la cebada y del trigo se hacían en las eras enormes hacinas, que se convertían en lugar propicio para el juego infantil. Nos gustaba subir a lo más alto de ellas y utilizarlas como trampolín, saltando desde arriba sobre los haces, ya desechos, que servían de colchoneta y que evitaban que nos hiciéramos daño al caer desde una altura realmente considerable. Generalmente terminábamos llenos de polvo, paja y arañazos, y con algún que otro susto en el cuerpo, al colarnos entre los haces. Y alguna bronca que otra nos caía cuando volvíamos a casa hechos unos zarrios.
Tras el acarreo o “la saca” de la hacina, se formaba una nueva parva, que se trituraba a lo largo de todo el día con los trillos, en los que tanto nos gustaba montar a los niños, frecuentemente haciéndonos cargo de alguno de ellos, arrastrados por machos y mulas, que a veces caminaban lentamente, pero que otras eran “arreadas”, especialmente cuando amenazaba tormenta y había que finalizar cuanto antes la tarea; o cuando había corrida de toros, una vez que la televisión hizo acto de presencia, allá por los primeros años 60.
Una de las cosas que me llamaba mucho la atención eran las tornaderas, aquellos arcos de hierro que anclados con una bisagra en la parte trasera del trillo, se volcaban sobre la parva para remover la mies en diferentes momentos del proceso. Subidos sobre “la feria” del trillo, que a muchos de nosotros nos hizo pasar momentos muy divertidos en nuestra infancia. Circulando a velocidad punta sobre la polvorienta parva, nos gustaba apoyarnos sobre aquellas tornaderas, logrando con ello que la paja se arrastrase y amontonase bajo ellas. Aquello era una auténtica fiesta, que muchos vivíamos a diario en los veranos de nuestra infancia.
Recuerdo también que en las eras se cazaban “arrecágeles” (vencejos) a latigazos (fritos estaban exquisitos), en la primera parte de los veranos, al son de la trilla y limpia de las algarrobas, que provocaban la presencia de estos pájaros en busca de gorgojos.
Finalmente, ocupábamos parte de nuestro tiempo en la captura de sartigallos (saltamontes) y moscardones, que servían de cebo a las ballestas que instalábamos con frecuencia en las eras para cazar gorriones.
Saludos cordiales desde Zaragoza, JE