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ALDEASECA DE LA FRONTERA: CONSIDERACIONES Y REFLEXIONES A LA MUERTE DE FÉLIX...

CONSIDERACIONES Y REFLEXIONES A LA MUERTE DE FÉLIX “EL MAESTRO.

- No es a mí, Félix, a quien corresponde, ni tampoco lo pretendo y no es mi objetivo, valorar tu profesionalidad ni erigirme como censor en la práctica y aplicación de tus conocimientos, que no dudo que los poseyeras, en el ejercicio y la dedicación de la enseñanza, aplicados a personas de edades infantiles de difícil y complicado trato, sino a personas, -ex-alumnos-, hoy día madres y padres, receptoras directas ellas en su día de tu instrucción y tu sapiencia, quienes, con mayor criterio, juicio y experiencia que yo al respecto, pueden emitir, a su entendimiento y percepción de resultados, un dictamen técnico y objetivo sobre tus métodos pedagógicos y transmisión de conocimientos.
- Eras conocido, no ya en los ambientes sociales más íntimos y populares, sino a nivel deportivo, como Félix y por antonomasia “El Maestro”, palabra que me produce y me causa un enorme respeto y admiración, no sólo por la belleza que encierra su definición y concepto, que tú, como otros muchos, realzaste y engrandeciste con tu abnegado afán, diligencia y entusiasmo en su práctica y aplicación, así como por el sufrimiento, sacrificio que supone e implica tan noble dedicación y entrega a la consecución de una gran finalidad en formación de personalidades y caracteres, en el respeto, libertad y convivencia humanos, comportamientos que dan grandeza al ejercicio del magisterio.

-Has dejado, en reconocimiento y declaraciones de tus ex-alumnos, una gran herencia en esa generación por la transmisión de nobles y éticos valores de entrega, constancia y bellos sentimientos en la formación de personas, hoy de todos conocidas, poseedoras de un bagaje de conocimientos, no solamente didácticos, sino morales, sociales que no dudo que sabrán transmitir a su descendencia, como tú los enseñaste.

- Fuiste, como otros muchos queridos y estimados paisanos en este foro mencionados y tristemente ya fallecidos, patrimonio del pueblo y símbolo de la época y del lugar en el que viviste, marcando un hito en la pequeña historia de nuestro pueblo con tu aportación al conocimiento y existencia de Aldeaseca, más allá de los límites locales, comarcales y provinciales, trascendiendo a los nacionales con la práctica del deporte de la pelota al que tanto amabas, formando equipo, con sonados y reconocidos éxitos deportivos, junto a otros ilustres pelotaris, como Crescen, Narci, Santiago, Miguel y Paquito. ¡Qué partidos disputabais, para disfrute de grandes y chicos, allá por los años de nuestra infancia e inicios de la juventud, cuando el frontón aún era de tierra, los domingos a la salida de misa, formándose los equipos de forma aleatoria e imprevista tras un noble y leal reto entre sí, sin mediar ningún afán de lucro, sin más interés que el puro entretenimiento y disfrute competitivos!

- Pero lo que sí quiero resaltar de tu excelente y extraordinaria persona, y ello es el motivo y origen de mi plática contigo en la distancia o quizá en la cercanía existentes ya entre la vida y la muerte, es, ha sido, tu condición de hombre sencillamente bueno, que engloba y aglutina todas las virtudes y eclipsa todos los defectos e imperfecciones humanos que hubieras podido tener. Sencillamente bueno, con toda la extensión definitoria del concepto y vocablo, esencia y naturaleza en tu humana existencia.
- Era proverbial, notorio y de general reconocimiento, tu delicadeza, comportamiento y amabilidad en el trato, cortés en el respeto y educación con todos, prudente y comedido en sus manifestaciones, siempre dispuesto al favor, a la caridad y a la actitud solidaria con los demás, sin distinción de clase, edad y condición, en ocasiones causando perjuicio a tus intereses y de ello existen ejemplos de todos conocidos. No estoy describiendo a un paciente y virtuoso santo, paradigma deífico de la perfección máxima en proceso de santificación. Ni estoy expresando declaraciones retóricas a modo de acalorada y encendida “elegía”, a impulsos y estímulos de un sentimiento de pena producidos por tu inesperado fallecimiento, sino un reconocimiento a la realidad de tu peculiar idiosincrasia, a tu humano carácter con sus imperfecciones y deficiencias, a tu integridad de ánimo y bondad en la vida manifestadas a lo largo de tu existencia, cualidades de las cuales muchas veces fui testigo y partícipe, cuando, por motivos que no vienen al caso, mi abuela materna, Emiliana, ejerció las funciones de nodriza en tu período de lactancia y te amamantó, circunstancia que jamás olvidaste, produciéndose recíprocos y constantes sentimientos y actos de amor y cariño, como verdadero hijo, hacia mis abuelos y éstos hacia ti. Los llamabas, cuando a ellos te dirigías, “padres” con muestras palmarias de sentido cariño y tierno respeto, y a mi tía, con la que compartiste lactancia, “hermana”. Siempre existió de forma invariable, incesante e ininterrumpidamente, un fortísimo, vivo e indeleble vínculo de unión paterno-materno-filial, arraigado en lo más profundo del alma de cada uno, manteniendo esa llama entre otros comportamientos, con tus visitas constantes a mis abuelos. Quereres y afectos que se irradiaron y se propagaron prontamente y con entusiasmo a mis padres y a mis hermanos y, lógicamente, a mí y más tarde transmitidos a mis hijos. Como un familiar allegado más, participaste y disfrutamos de tu presencia en nuestras bodas y nos acompañaste física y sentidamente en el dolor a la muerte de mis padres. Pasaste noches en vela junto a la cabecera de “tu madre”, -mi abuela-, en los días de su enfermad y no te separaste de ella en sus agónicos días previos a su fallecimiento. ¡Qué contentos se ponían mis abuelos y como disfrutaban de tu presencia cuando los visitabas! Te querían mucho, Félix y yo sé que tu a ellos porque esas sensaciones yo las percibí y tu las expresabas en tu rostro. Aunque en varias ocasiones hemos recordado esos momentos, en conversaciones evocando aquellos tiempos convividos, es de obligación manifestarlos públicamente y expresar el cariño sincero que te hemos tenido por tu manera y conducta de amor y cariño con todos nosotros y en especial con mis queridos abuelos, a los que verás, y que jamás podré agradecerte como mereces esas expresiones reales de respeto, honra, admiración y sobre todo amor hacia ellos. ¡Muchas gracias, Félix! ¡Que en paz descanses! ¡Adiós, Maestro!
Saludos.-

¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- (Valladolid, con mucho frío)