TAÑEN LAS CAMPANAS (II)
El día 11 de Junio de 1984, el diario El País publicaba una noticia que tenía como protagonista a Francesc Llop i Bayo, un joven antropólogo valenciano que por aquel entonces tenía 32 años, y que estaba escribiendo una tesis doctoral sobre los toques de campanas de Valencia y Aragón, tesis que defendió en 1988 con el siguiente título: “Los toques de campanas en Aragón”. Nadie hasta entonces había mostrado interés por codificar el lenguaje de las campanas, antes de la electrificación de los campanarios. Con ese trabajo académico, Francesc Llop pretendía evitar la desaparición de un sonido muy especial, cargado de música, sentimiento y mensaje, que durante siglos llenó la cotidianeidad de nuestros pueblos y ciudades, y que por su magnetismo sigue desatando hoy la nostalgia.
Sabedor de que las cosas aparecen y desaparecen, porque así es la vida, un continuo fluir, no era la pretensión de este antropólogo que las campanas volviesen a tocar, sino tan sólo evitar que los campanarios de antaño enmudeciesen sin pena ni gloria. Por ello se dedicó a escribir sus ecos contra el olvido, recopilando para la posteridad varios centenares de toques diferentes de treinta pueblos aragoneses y de la ciudad de Valencia, en un momento en que ya habían desaparecido el noventa y nueve por ciento de los toques, así como la mayor parte de los campaneros.
Dice este antropólogo que las campanas tienen un lenguaje más potente que el de los medios de comunicación social, lenguaje que las hacía llegar a toda la comunidad sin tener que recurrir al periódico, la radio o la tele. Ellas marcaban los ritmos del día con sus diferentes toques, indicaban dónde ocurrían las cosas, si se había desatado un fuego o amenazaba algún otro peligro, si era día festivo o si alguien había muerto...
En los pueblos pequeños había seis o siete toques diferentes. En las grandes ciudades podía haber hasta 200. Cuando las campanas fueron electrificadas sufrieron una descarga de muerte, al quedar electrocutados sus viejos lenguajes, que ahora funcionan con ciclos cortos y repetitivos, frente a la versatilidad de los campaneros de antaño, que las hacían hablar a mano, arrancándoles los más variados y fluidos ritmos musicales.
Las investigaciones de Francesc Llop i Bayo, que sigue en la brecha, han generado un movimiento a favor de la deselectrificación de las campanas, a la vez que han permitido rescatar muchos de sus toques y, también, organizar conciertos de campanas en los pueblos.
Bien es verdad que en Aldeaseca conservamos buena parte de nuestros toques tradicionales, aunque ahora con unas campanas que ya no hablan a mano...
¡Lástima no haber tenido un Francesc Llop en nuestro pueblo y comarca...!
Saludos cordiales desde Zaragoza, JEP
El día 11 de Junio de 1984, el diario El País publicaba una noticia que tenía como protagonista a Francesc Llop i Bayo, un joven antropólogo valenciano que por aquel entonces tenía 32 años, y que estaba escribiendo una tesis doctoral sobre los toques de campanas de Valencia y Aragón, tesis que defendió en 1988 con el siguiente título: “Los toques de campanas en Aragón”. Nadie hasta entonces había mostrado interés por codificar el lenguaje de las campanas, antes de la electrificación de los campanarios. Con ese trabajo académico, Francesc Llop pretendía evitar la desaparición de un sonido muy especial, cargado de música, sentimiento y mensaje, que durante siglos llenó la cotidianeidad de nuestros pueblos y ciudades, y que por su magnetismo sigue desatando hoy la nostalgia.
Sabedor de que las cosas aparecen y desaparecen, porque así es la vida, un continuo fluir, no era la pretensión de este antropólogo que las campanas volviesen a tocar, sino tan sólo evitar que los campanarios de antaño enmudeciesen sin pena ni gloria. Por ello se dedicó a escribir sus ecos contra el olvido, recopilando para la posteridad varios centenares de toques diferentes de treinta pueblos aragoneses y de la ciudad de Valencia, en un momento en que ya habían desaparecido el noventa y nueve por ciento de los toques, así como la mayor parte de los campaneros.
Dice este antropólogo que las campanas tienen un lenguaje más potente que el de los medios de comunicación social, lenguaje que las hacía llegar a toda la comunidad sin tener que recurrir al periódico, la radio o la tele. Ellas marcaban los ritmos del día con sus diferentes toques, indicaban dónde ocurrían las cosas, si se había desatado un fuego o amenazaba algún otro peligro, si era día festivo o si alguien había muerto...
En los pueblos pequeños había seis o siete toques diferentes. En las grandes ciudades podía haber hasta 200. Cuando las campanas fueron electrificadas sufrieron una descarga de muerte, al quedar electrocutados sus viejos lenguajes, que ahora funcionan con ciclos cortos y repetitivos, frente a la versatilidad de los campaneros de antaño, que las hacían hablar a mano, arrancándoles los más variados y fluidos ritmos musicales.
Las investigaciones de Francesc Llop i Bayo, que sigue en la brecha, han generado un movimiento a favor de la deselectrificación de las campanas, a la vez que han permitido rescatar muchos de sus toques y, también, organizar conciertos de campanas en los pueblos.
Bien es verdad que en Aldeaseca conservamos buena parte de nuestros toques tradicionales, aunque ahora con unas campanas que ya no hablan a mano...
¡Lástima no haber tenido un Francesc Llop en nuestro pueblo y comarca...!
Saludos cordiales desde Zaragoza, JEP