ALDEASECA DE LA FRONTERA: TAÑEN LAS CAMPANAS (IX)...

TAÑEN LAS CAMPANAS (IX)

CAMPANAS Y SILBATOS DE LAUREL. EL DOMINGO DE RAMOS

Parece un buen momento para rememorar las presencias y silencios de las campanas durante la liturgia de la Semana Santa, que tiene su punto de partida en el Domingo de Ramos y que culmina en el domingo siguiente, el de Resurrección.

El Domingo de Ramos, celebración alegre, festiva y multitudinaria, marca el punto de partida de una semana en la que se mezclan dos grandes tradiciones litúrgicas, una de pasión y la otra de gloria.

Este día, el repiqueteo de las campanas era especialmente festivo. Ellas nos llamaban a misa y nos acompañaban después en la procesión de los ramos, una especie de bosque ambulante de laureles.

Este repiqueteo de las campanas tenía, por otra parte, una especie de reflejo mimético en los silbidos penetrantes de aquellos improvisados silbatos que niños y no tan niños fabricábamos, navaja en mano y con rapidez increíble, una vez que se distribuían los ramos de laurel en la Iglesia, hacia la mitad de la misa.

Aquella mezcla de acordes y desafinos serían ya difíciles de acallar, a pesar de las protestas de Don Eduardo, durante el resto de la misa. Estos mismos laureles eran, por otro lado, los que nos acompañarían después en los guisos caseros a lo largo de todo el año.

El silbato se construía con un trocito de rama de laurel, de unos ocho o diez centímetros de longitud, que se rajaba por la mitad con una navaja, y en cuyo interior se instalaba un trocito de hoja cortada a medida. El instrumento se terminaba de construir atándolo por ambos extremos con hilo de bramante u otro material similar. Después se soplaba por la leve apertura que quedaba entre las dos partes del trocito de rama, haciendo vibrar la hoja con diferentes tonos e intensidades. Resuenan ahora en mis oídos los acordes, tan extraños como familiares, de esta especie de concierto salvaje de los domingos de ramos de mi infancia.

Unos días más tarde, el Jueves Santo, las campanas se quedaban repentinamente en silencio, siendo sustituidas por carraclas y carranclones, que anunciaban días de pasión, que por otra parte se convertían en una ocasión lúdica y festiva para los niños del pueblo. Hablaré de ello con más detalle en un próximo mensaje.

Saludos cordiales para todo el foro, y en especial para Ivan que acaba de incorporarse de forma activa.

Desde Zaragoza, con mis felicitaciones para los recientes padres y abuelos. ¡Enhorabuena!, JEP