BREVE Y SENCILLA APORTACIÓN CAMPANERA.- CON ESPÍRITU COLABORADOR
He leído con fruición y deleite tus escritos llenos de erudición e ilustración sobre las campanas, y ello sinceramente me ha transportado a aquellos tiempos, entrañables y queridos, porque el espíritu de sus tañidos aún revolotea en mis recuerdos ciertas actitudes como códigos y normas de conductas a seguir a través de sus toques y repiques, los cuales regulaban y determinaban nuestras vidas y distribuían el tiempo de nuestras funciones y ocupaciones.
Ha habido en efecto, José Emilio, grandes campaneros en nuestro pueblo, que carentes de conocimientos musicales, abundaban en exquisitos sentimientos y sensibilidades, virtud, disposición y habilidad naturales para el manejo campanero, empleando sugestivos silencios musicales, combinaciones de sonidos, melodía, armonía y ritmo. Entre esos muchos y grandes campaneros recuerdo sobre todo a dos: al SR. Félix González de memoria muy lejana y más próximo en el recuerdo, a Claudio, conocido como Cayo, hermano del Sr. Luis dueño del bar de la carretera, que después pasó a Melo –q. e. p. d--quien el día de la festividad de Todos los Santos, nos ofrecía un monumental concierto de campanas propio de la celebración del día.
Con la venia y si se me permite el intrusismo y la intromisión en este tema, quiero aportar algunas curiosidades, como complemento y añadido a lo magníficamente expuesto por José Emilio, con las únicas predisposición e inquietud que me mueve la divulgación de cualquier motivo tendente a conocimiento del pueblo y sus cosas, como por ejemplo:
TOCAR A MUERTO
Cuando las campanas doblaban o tocaban “a muerto”, al final del clamor, para distinguir si el difunto era hombre o mujer, se daban dos toques sencillos para el hombre y tres para la mujer.
MUERTE DE NIÑO
--Si el difunto era un niño, no mayor de siete años, creo, se tañía simplemente la campana pequeña llamada de “gloria”, con los onomatopéyicos tin tan clásicos ejecutados de manera rápida. Tengo incrustado en mi memora que todos los ataúdes infantiles eran blanco.
EL VIÁTICO
--Simples toques de campana acompañaban a los sonidos chillones de la ” esquililla” que con dos toques graves, pausa, otro grave, pausa y así repitiendo el ciclo que ejecutaba el monaguillo, anunciaban al pueblo el traslado de la eucaristía portada por el Sr. cura, Don Eduardo, para administrársela al enfermo desahuciado por los médicos invitando de esta forma, con sus sonidos a los feligreses a su acompañamiento. Al paso de la Hostia Consagrada, los transeúntes adoptaban la posición de rodilla en tierra, descubriéndose los hombres.
OBLIGACIÓN DEL CLAMOR
--Existía una fiel y fervorosa tradición en la festividad de Todos los Santos de obligado cumplimiento, a modo de promesa y ofrenda en honor de los familiares fallecidos, y a manera de oración o intento de comunicación espiritual con el ser querido, dar un clamor a su intención. Así mismo al día siguiente, día de las Ánimas, los mozos antes de incorporarse a sus trabajos y quehaceres agrícolas o ganaderos, subían al campanario para cumplir con el deber de homenajear sus difuntos con “dar un clamor”.
LAS TRES AVEMARÍAS
--Diariamente a las nueve de la mañana se hacían unos sencillos toques llamados de las” tres avemarías”. Mi recuerdo de ello es muy nebuloso y por tanto no puedo ampliar significado y origen.
EL TOQUE DE ORACIÓN
--Al anochecer, a las 21 horas, si la memoria me es fiel, se realizaba el toque de ánimas, que invitaba a rezar por las almas del Purgatorio, denominado popularmente como “toque de oración”, doblando las campanas si al día siguiente la misa estaba dedicada a un difunto y en caso contrario, toques de campanadas normales. Existía en el acervo popular de ancestral y remoto origen, una característica muy peculiar y singular derivada de este toque y que indicativa de un maravilloso hábito de sanas y morales conductas, que marcaba el momento de irse obligatoriamente a casa al “toque de oración. ” La filosofía y sabiduría popular instauró y creó un pareado que su texto aglutinaba obediencia y obligación de normas de comportamientos de práctica inexcusable para los niños. Así decía la norma y mandato, que “obligaba” a recogerse en casa, so pena de castigo paternal su incumplimiento.
--LOS NIÑOS DE BUENA EDUCACIÓN--
--A CASITA AL TOQUE DE ORACIÓN --
Saludos a todos.-
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid (Se marcharon de momento los días fríos)
He leído con fruición y deleite tus escritos llenos de erudición e ilustración sobre las campanas, y ello sinceramente me ha transportado a aquellos tiempos, entrañables y queridos, porque el espíritu de sus tañidos aún revolotea en mis recuerdos ciertas actitudes como códigos y normas de conductas a seguir a través de sus toques y repiques, los cuales regulaban y determinaban nuestras vidas y distribuían el tiempo de nuestras funciones y ocupaciones.
Ha habido en efecto, José Emilio, grandes campaneros en nuestro pueblo, que carentes de conocimientos musicales, abundaban en exquisitos sentimientos y sensibilidades, virtud, disposición y habilidad naturales para el manejo campanero, empleando sugestivos silencios musicales, combinaciones de sonidos, melodía, armonía y ritmo. Entre esos muchos y grandes campaneros recuerdo sobre todo a dos: al SR. Félix González de memoria muy lejana y más próximo en el recuerdo, a Claudio, conocido como Cayo, hermano del Sr. Luis dueño del bar de la carretera, que después pasó a Melo –q. e. p. d--quien el día de la festividad de Todos los Santos, nos ofrecía un monumental concierto de campanas propio de la celebración del día.
Con la venia y si se me permite el intrusismo y la intromisión en este tema, quiero aportar algunas curiosidades, como complemento y añadido a lo magníficamente expuesto por José Emilio, con las únicas predisposición e inquietud que me mueve la divulgación de cualquier motivo tendente a conocimiento del pueblo y sus cosas, como por ejemplo:
TOCAR A MUERTO
Cuando las campanas doblaban o tocaban “a muerto”, al final del clamor, para distinguir si el difunto era hombre o mujer, se daban dos toques sencillos para el hombre y tres para la mujer.
MUERTE DE NIÑO
--Si el difunto era un niño, no mayor de siete años, creo, se tañía simplemente la campana pequeña llamada de “gloria”, con los onomatopéyicos tin tan clásicos ejecutados de manera rápida. Tengo incrustado en mi memora que todos los ataúdes infantiles eran blanco.
EL VIÁTICO
--Simples toques de campana acompañaban a los sonidos chillones de la ” esquililla” que con dos toques graves, pausa, otro grave, pausa y así repitiendo el ciclo que ejecutaba el monaguillo, anunciaban al pueblo el traslado de la eucaristía portada por el Sr. cura, Don Eduardo, para administrársela al enfermo desahuciado por los médicos invitando de esta forma, con sus sonidos a los feligreses a su acompañamiento. Al paso de la Hostia Consagrada, los transeúntes adoptaban la posición de rodilla en tierra, descubriéndose los hombres.
OBLIGACIÓN DEL CLAMOR
--Existía una fiel y fervorosa tradición en la festividad de Todos los Santos de obligado cumplimiento, a modo de promesa y ofrenda en honor de los familiares fallecidos, y a manera de oración o intento de comunicación espiritual con el ser querido, dar un clamor a su intención. Así mismo al día siguiente, día de las Ánimas, los mozos antes de incorporarse a sus trabajos y quehaceres agrícolas o ganaderos, subían al campanario para cumplir con el deber de homenajear sus difuntos con “dar un clamor”.
LAS TRES AVEMARÍAS
--Diariamente a las nueve de la mañana se hacían unos sencillos toques llamados de las” tres avemarías”. Mi recuerdo de ello es muy nebuloso y por tanto no puedo ampliar significado y origen.
EL TOQUE DE ORACIÓN
--Al anochecer, a las 21 horas, si la memoria me es fiel, se realizaba el toque de ánimas, que invitaba a rezar por las almas del Purgatorio, denominado popularmente como “toque de oración”, doblando las campanas si al día siguiente la misa estaba dedicada a un difunto y en caso contrario, toques de campanadas normales. Existía en el acervo popular de ancestral y remoto origen, una característica muy peculiar y singular derivada de este toque y que indicativa de un maravilloso hábito de sanas y morales conductas, que marcaba el momento de irse obligatoriamente a casa al “toque de oración. ” La filosofía y sabiduría popular instauró y creó un pareado que su texto aglutinaba obediencia y obligación de normas de comportamientos de práctica inexcusable para los niños. Así decía la norma y mandato, que “obligaba” a recogerse en casa, so pena de castigo paternal su incumplimiento.
--LOS NIÑOS DE BUENA EDUCACIÓN--
--A CASITA AL TOQUE DE ORACIÓN --
Saludos a todos.-
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid (Se marcharon de momento los días fríos)