VIVENCIAS DEL PUEBLO
FASES PROTOCOLARIAS PREVIAS AL ENLACE NUPCIAL: LAS RELACIONES-LA ENTRADA- LA PEDIDA DE LA NOVIA- LAS AMONESTACIONES- LA ENHORABUENA - LA BODA.
Animado estoy, José Emilio, a narrar cualquier acontecimiento, como ya hice, que me pudiera surgir del tema campanero, pero poco más se puede añadir a lo que tan bella e instructivamente has desarrollado, pasando por todos los momentos festivos y luctuosos de su uso y empleo y por aquellos toques que regulaban la vida y funciones del pueblo. Prometo que, si hurgando en los rincones y recovecos de mi memoria encontrara algunos, ni que decir tiene que los contaría. Dicho ello empiezo con mi nuevo relato.
No es mi pretensión hacer un estudio psicológico ni antropológico de la personalidad a través de los comportamientos y conductas de los vecinos de la época de mi infancia, puesto que por motivos obvios y conocidos, no poseo disposición académica de conocimientos tales, y carezco de elementos fundamentales de capacitación pedagógica y didáctica para atreverme con tales saberes, cayendo, si así fuera, en la maldad de la estéril presuntuosidad y arrogancia, sino que apresado y poseído fuertemente por los recuerdos imperecederos, asido con vehemencia por los sentimientos, capturado por la memoria indeleble de aquellas sencillas y grandes cosas aprendidas y enseñanzas recibidas de inolvidables y queridas personas, algunas ya mencionadas en este foro, hago un recorrido con el pensamiento por aquellos gratos lugares,--la escuela, la iglesia, la plaza, las calles, las eras, los charcos, los prados, los caminos, el pinar, etc. y por supuesto sobre todo ello, su gente, que fueron los que fraguaron y pergeñaron la personalidad y condujeron los modos, formas y maneras de comportarme y gobernar las acciones, evocándome imágenes tan lejanas en el tiempo y tan próximas en el recuerdo, que su existencia aparente y virtual se transforma casi en tangible.
Haré un recorrido por etapas rememorando, desde mi propio parecer, trances y realidades de uno de los acontecimientos de masiva participación vecinal y de mayor relevancia en la sociedad tradicional, que eran las bodas.
Admito que en ocasiones, y no son actos de arrepentimiento ni de contrición ni tampoco promesas de enmienda, más bien un momento coyuntural de sanos reconocimiento y reflexión, que mis relatos son extensos, pero la parquedad y laconismo en las expresiones, tanto orales como escritas, no son parte constitutiva y definitoria de mi personalidad, o quizá por mi cortedad de agudeza e ingenio, no esté facultado para aplicar en favor de la comprensión, las excelentes virtudes de la economía de las palabras y brevedad de las expresiones. Ello es el motivo de mis largos escritos, teniendo que emplear una escritura perifrástica y circunloquios o rodeos de palabras para poderme expresar. ¡Qué se le va a hacer! Me pasa como en la fábula del escorpión y la rana. Es mi condición. Ya la contaré.
La participación activa de los vecinos en todas las manifestaciones que en el pueblo se producían era notoria, modélica, proverbial y ejemplar, como figurantes y actores ineludibles de acontecimientos a los que estaban inevitable e inexcusablemente impelidos, estimulados e incitados por una disposición del ánimo y una fuerza interna a participar y compartir alegrías y tristezas ajenas como propias, tal que componentes y miembros de una sociedad ensamblada durante largo tiempo a un cuerpo común por estados compartidos de afectividad y emotividad, y ¿cómo no?, en ocasiones de sentimientos encontrados, de insidias, inquinas, discusiones, enfrentamientos e indiferencias entre sí por las imperfecciones e incompatibilidades de caracteres, propios y representativos de la naturaleza y condición de pequeños grupos sociales, en diaria, constante y persistente convivencia y relación, e incluso de endogámica unión y familiaridad. Estas asperezas se limaban con frecuencia o se perdían en el océano del afecto, de la cordialidad o del olvido, cuando afloraban situaciones de expresiones y comportamientos de adhesión y apoyo a actos o ceremonias celebrados públicamente con solemnidad, como pudieran ser entre otros muchos momentos, los enlaces matrimoniales.
Desde el inicio de las relaciones amorosas o sentimentales entre los novios hasta culminar y derivar en la boda, había que pasar por diferentes estadios o períodos de uso convencional y consuetudinario, de tanta raigambre en la cultura popular que la concepción del desarrollo de estos actos era considerada tal que leyes y preceptos que, salvo imponderables e imprevisibles circunstancias, protocolariamente había que cumplir, no sólo como correspondido rendimiento de cortesía, pleitesía y deber ciudadanos hacia sus convecinos, sino como partes primordiales y fundamentales de un código de costumbres que constituían una sociedad, de una liturgia y ritual laicos de iniciación y preparación a un nuevo estado social, que era, en este caso, el matrimonio. Esas etapas a las que me refiero eran: PETICIÓN E INICIO DE RELACIONES, PETICIÓN DE ENTRADA, PEDIDA DE LA NOVIA, AMONESTACIONES, LA ENHORABUENA Y LA BODA. Intentaré desarrollar y detallar desde mis lejanos recuerdo y percepción de aquellas situaciones, los muchos y felices acontecimientos vividos, presenciados y ¡cómo no!, disfrutados al respecto. Saludos
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid (Con tiempo y sol primaverales)
FASES PROTOCOLARIAS PREVIAS AL ENLACE NUPCIAL: LAS RELACIONES-LA ENTRADA- LA PEDIDA DE LA NOVIA- LAS AMONESTACIONES- LA ENHORABUENA - LA BODA.
Animado estoy, José Emilio, a narrar cualquier acontecimiento, como ya hice, que me pudiera surgir del tema campanero, pero poco más se puede añadir a lo que tan bella e instructivamente has desarrollado, pasando por todos los momentos festivos y luctuosos de su uso y empleo y por aquellos toques que regulaban la vida y funciones del pueblo. Prometo que, si hurgando en los rincones y recovecos de mi memoria encontrara algunos, ni que decir tiene que los contaría. Dicho ello empiezo con mi nuevo relato.
No es mi pretensión hacer un estudio psicológico ni antropológico de la personalidad a través de los comportamientos y conductas de los vecinos de la época de mi infancia, puesto que por motivos obvios y conocidos, no poseo disposición académica de conocimientos tales, y carezco de elementos fundamentales de capacitación pedagógica y didáctica para atreverme con tales saberes, cayendo, si así fuera, en la maldad de la estéril presuntuosidad y arrogancia, sino que apresado y poseído fuertemente por los recuerdos imperecederos, asido con vehemencia por los sentimientos, capturado por la memoria indeleble de aquellas sencillas y grandes cosas aprendidas y enseñanzas recibidas de inolvidables y queridas personas, algunas ya mencionadas en este foro, hago un recorrido con el pensamiento por aquellos gratos lugares,--la escuela, la iglesia, la plaza, las calles, las eras, los charcos, los prados, los caminos, el pinar, etc. y por supuesto sobre todo ello, su gente, que fueron los que fraguaron y pergeñaron la personalidad y condujeron los modos, formas y maneras de comportarme y gobernar las acciones, evocándome imágenes tan lejanas en el tiempo y tan próximas en el recuerdo, que su existencia aparente y virtual se transforma casi en tangible.
Haré un recorrido por etapas rememorando, desde mi propio parecer, trances y realidades de uno de los acontecimientos de masiva participación vecinal y de mayor relevancia en la sociedad tradicional, que eran las bodas.
Admito que en ocasiones, y no son actos de arrepentimiento ni de contrición ni tampoco promesas de enmienda, más bien un momento coyuntural de sanos reconocimiento y reflexión, que mis relatos son extensos, pero la parquedad y laconismo en las expresiones, tanto orales como escritas, no son parte constitutiva y definitoria de mi personalidad, o quizá por mi cortedad de agudeza e ingenio, no esté facultado para aplicar en favor de la comprensión, las excelentes virtudes de la economía de las palabras y brevedad de las expresiones. Ello es el motivo de mis largos escritos, teniendo que emplear una escritura perifrástica y circunloquios o rodeos de palabras para poderme expresar. ¡Qué se le va a hacer! Me pasa como en la fábula del escorpión y la rana. Es mi condición. Ya la contaré.
La participación activa de los vecinos en todas las manifestaciones que en el pueblo se producían era notoria, modélica, proverbial y ejemplar, como figurantes y actores ineludibles de acontecimientos a los que estaban inevitable e inexcusablemente impelidos, estimulados e incitados por una disposición del ánimo y una fuerza interna a participar y compartir alegrías y tristezas ajenas como propias, tal que componentes y miembros de una sociedad ensamblada durante largo tiempo a un cuerpo común por estados compartidos de afectividad y emotividad, y ¿cómo no?, en ocasiones de sentimientos encontrados, de insidias, inquinas, discusiones, enfrentamientos e indiferencias entre sí por las imperfecciones e incompatibilidades de caracteres, propios y representativos de la naturaleza y condición de pequeños grupos sociales, en diaria, constante y persistente convivencia y relación, e incluso de endogámica unión y familiaridad. Estas asperezas se limaban con frecuencia o se perdían en el océano del afecto, de la cordialidad o del olvido, cuando afloraban situaciones de expresiones y comportamientos de adhesión y apoyo a actos o ceremonias celebrados públicamente con solemnidad, como pudieran ser entre otros muchos momentos, los enlaces matrimoniales.
Desde el inicio de las relaciones amorosas o sentimentales entre los novios hasta culminar y derivar en la boda, había que pasar por diferentes estadios o períodos de uso convencional y consuetudinario, de tanta raigambre en la cultura popular que la concepción del desarrollo de estos actos era considerada tal que leyes y preceptos que, salvo imponderables e imprevisibles circunstancias, protocolariamente había que cumplir, no sólo como correspondido rendimiento de cortesía, pleitesía y deber ciudadanos hacia sus convecinos, sino como partes primordiales y fundamentales de un código de costumbres que constituían una sociedad, de una liturgia y ritual laicos de iniciación y preparación a un nuevo estado social, que era, en este caso, el matrimonio. Esas etapas a las que me refiero eran: PETICIÓN E INICIO DE RELACIONES, PETICIÓN DE ENTRADA, PEDIDA DE LA NOVIA, AMONESTACIONES, LA ENHORABUENA Y LA BODA. Intentaré desarrollar y detallar desde mis lejanos recuerdo y percepción de aquellas situaciones, los muchos y felices acontecimientos vividos, presenciados y ¡cómo no!, disfrutados al respecto. Saludos
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid (Con tiempo y sol primaverales)