ALDEASECA DE LA FRONTERA: 2º.- LA PETICIÓN DE ENTRADA...

2º.- LA PETICIÓN DE ENTRADA

-Era un acto cargado de mucho simbolismo y un paso dado hacia delante de gran transcendencia dirigido a la finalización de una bella etapa cargada de sueños e ilusiones para el comienzo de un complicado trayecto lleno de duras y complicadas realidades y de sacrificada y abnegada entrega.

-Una vez que los amantes habían consolidado y formalizado su noviazgo, se habían prometido entre ronroneos gatunos, arrumacos, roncerías, halagos y caricias con entornadas y desmayadas miradas de ojos en blanco, amor y fidelidad eternos porque habían nacido el uno para el otro y su encuentro y destino estaba escrito con letras de oro en el libro astral desde el principio de los tiempos, había que subir, de mutuo acuerdo, el siguiente peldaño que era imprescindible y muy importante para completar el ciclo, y ese tramo era “LA ENTRADA” en casa de la novia. Era un momento, por la trascendencia y gravedad que la situación requería, para revestirse de temple, sosiego, fortaleza y serena valentía, cualidades que eran únicamente promesas internas y aparentemente firmes, pero que llegado el momento se desmoronaban.

-Llegado el día convenido y acordado por ambos, advertidos, lógica y previamente, de tan felices dicha y ventura y acertada decisión a los padres, al filo de la media tarde, allá iba el aturdido novio que, componiendo su figura y porte de solemne, digna, circunspecta y afectada personalidad, provocaba unos tímidos toques en el llamador metálico de la puerta, y ante ello, aparecía seguro de sí mismo, dominando el momento, sin perder la compostura, la seriedad y gravedad en el aspecto, aparecía como digo el padre de la amada criatura, y tras cambiar los protocolarios saludos de rigor del “ ¡Hola, buenas tardes”!, con tímida, balbuceante y entrecortada voz y con miradas perdidas en el espacio, alegabas y argumentabas la finalidad y el propósito de la visita:

--” Pues verá, su hija y un servidor,-lo de servidor impresiona y da más veracidad y credibilidad a la situación--, hemos formalizado nuestra relación y para fortalecerla, corroborarla, apoyarla y autorizarla, es nuestro deseo, el de su hija y el de un servidor, que me conceda y autorice la entrada en su casa, ya que mis intenciones son nobles, puras, limpias y sanas hacia su hija con fines de matrimonio “per sécula seculórum”. El latinajo lo añado yo, no iba incluido en el discurso ni lo requería el guión.

--“Si ese es vuestro deseo,-- contestaba el padre--, y tus pretensiones e intenciones son según tu manifiestas y expones, sé bienvenido a esta casa”, ¡adelante, pues!”. Y allí al lado del padre, risueña y dichosa, exteriorizando tranquilidad, estaba la emocionada pretendida. Tengo por seguro que ese semblante adusto y severo del progenitor, era parte obligada de la escenificación del acontecimiento para dar más realce a la solemnidad y formalidad a tan decisivo momento. Con todas las bendiciones efectuadas, eras invitado de excepción a la mesa para disfrutar de una cena en compañía de los padres y hermanos. Y a partir de este decisivo momento constituías y eras considerado un integrante de hecho con vínculos afectivos en la nueva familia.

- ¿Qué sucedía antes de entrar en casa de la novia?
-Al final de la jornada, cuando se había disfrutado con plenitud de la tarde-noche, en especial el fin de semana, --entiéndase como fin de semana única y particularmente el domingo u otra festividad--, bien en ocasiones, cuando la situación económica lo permitía, asistiendo a Peñaranda a una función cinematográfica y completando la tarde con una sesión de baile con orquesta en directo, o paseando plácidamente los enamorados solos o en compañía de otras parejas por la carretera del pueblo en animada conversación, o después de una romántica tarde en el recordado y apacible pinar, se regresaba a casita,-- asunto de interés que se podría comentar en otra ocasión--, no más tarde de las 23 horas, -- ¡retrógrados, carcas y carcundas! dirían ahora--, se acompañaba caballerosamente a la novia hasta las proximidades de su domicilio, disponiendo, aún de lo ya disfrutado, de un corto espacio de tiempo para la despedida, y como todavía no estaba autorizada la entrada en la casa de la novia, como digo, se habilitaba en propiedad para uso y disfrute diario, si así se estimaba oportuno, la puerta con fondo de un local moderadamente próximo al domicilio de la novia, donde al abrigo, refugio y resguardo de sus paredes soportando inclementes temperaturas, únicamente arropados por el calor del amor, se preservaba la intimidad amorosa, allí donde las cómplices sombras protegen la comunicación y correspondencia de dulces y entrañables sentimientos de curiosas, observadoras y escrutadoras miradas que no dieran pábulo a comentarios y juicios en solanas y reuniones vecinales.

-La evolución y los cambios drásticos y radicales en las costumbres y comportamientos actuales han hecho, tristemente desaparecer esta formalidad de la ENTRADA, que aunque considerada su práctica atávica y ancestral por la moderna generación, vista y enjuiciada bajo la consideración de los nuevos y arrolladores valores, hasta la irreflexiva e inmisericorde eliminación de otros y proclive su comentario a la sonrisa fácil, burlona y despectiva, despojando, desde mi apreciación, de encanto, belleza y embrujo al conjunto de ceremonias que componen el rito de la boda.

Saludos.

¡PAZ Y BIEN!

Paco García Sánchez.- Valladolid (Continua el tiempo primaveral)