4º.- LAS AMONESTACIONES.
-“DESEAN CONTRAER EL SANTO SACRAMENTO DEL MATRIMONIO SEGÚN LO DISPONE Y MANDA LA SANTA MADRE IGLESIA, DON FULANITO DE TAL, CON DOÑA MENGANITA DE CUAL.
-SI ALGUNA PERSONA SUPIERA ALGÚN IMPEDIMIENTO POR EL CUAL ESTE MATRIMONIO NO PUDIERA EFECTUARSE, LO AVISARÁ. ES LA PRIMERA AMONESTACIÓN.
-Las amonestaciones, entendidas en la práctica al uso y manera de aquel entonces, eran una figura tradicional dentro de la ceremonia nupcial, que ha caído totalmente en desuso engullida por la voraz boca de la progresía en beneficio de otras manifestaciones y expresiones.
-Con la lectura del texto arriba mencionado al finalizar la misa dominical, Don Eduardo, por aquel entonces párroco del pueblo, notificaba y anunciaba públicamente los deseos e intenciones de los futuros contrayentes, lo que ya era de general conocimiento y de dominio público, con regocijo y sorpresa, durante tres domingos seguidos anteriores al matrimonio, que era el número de amonestaciones obligadas. Como hecho excepcional y por el carácter y naturaleza del mismo, era digno de comentario por la portavocía oficial del pueblo. Acostumbraban los amonestados a asistir a la celebración eucarística, y a la salida de la misma, objeto de todas las miradas, recibían complacidos de manera espontánea, obligados y sentidos parabienes y deseos de felicidad, no sin faltar de los más íntimos, bromas y chascarrillos referidos a la situación del momento, con la condescendiente y seráfica paciencia, digna del bíblico JOB. Hoy día, salvo por algún nostálgico y costumbrista sacerdote, esta manifestación y notificación orales no se realizan, sino que mediante una notificación escrita colgada del tablón de anuncios existente a la puerta de la iglesia o bien a través de boletines parroquiales se hace público el acontecimiento, siempre que el matrimonio sea eclesiástico y civil si es la opción elegida por el futuro matrimonio.
-La instauración de esta costumbre data de hace siglos, allá por la época medieval por la proliferación y abundancia de matrimonios consanguíneos, así como asegurar que los contrayentes iban sin presiones y coacciones, sino con total y absoluta libertad y que poseían conocimientos religiosos del acto sacramental que habían decido celebrar.
-También cuenta la historia que fue Carlomagno, quien alarmado de las continuas y constantes aventuras extramatrimoniales que tenían nobles y ricos con damas a punto de casarse y que ellos consideraban como un trofeo, el rey franco promulgó un edicto que obligaba a hacer público cualquier matrimonio siete días antes de su celebración y evitar estos comportamientos deshonestos, con la denuncia de tan execrables conductas. Él disfrutó de innumerables concubinas, no obstante. Saludos
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid (Seguimos con el tiempo primaveral y altas temperaturas para la época)
-“DESEAN CONTRAER EL SANTO SACRAMENTO DEL MATRIMONIO SEGÚN LO DISPONE Y MANDA LA SANTA MADRE IGLESIA, DON FULANITO DE TAL, CON DOÑA MENGANITA DE CUAL.
-SI ALGUNA PERSONA SUPIERA ALGÚN IMPEDIMIENTO POR EL CUAL ESTE MATRIMONIO NO PUDIERA EFECTUARSE, LO AVISARÁ. ES LA PRIMERA AMONESTACIÓN.
-Las amonestaciones, entendidas en la práctica al uso y manera de aquel entonces, eran una figura tradicional dentro de la ceremonia nupcial, que ha caído totalmente en desuso engullida por la voraz boca de la progresía en beneficio de otras manifestaciones y expresiones.
-Con la lectura del texto arriba mencionado al finalizar la misa dominical, Don Eduardo, por aquel entonces párroco del pueblo, notificaba y anunciaba públicamente los deseos e intenciones de los futuros contrayentes, lo que ya era de general conocimiento y de dominio público, con regocijo y sorpresa, durante tres domingos seguidos anteriores al matrimonio, que era el número de amonestaciones obligadas. Como hecho excepcional y por el carácter y naturaleza del mismo, era digno de comentario por la portavocía oficial del pueblo. Acostumbraban los amonestados a asistir a la celebración eucarística, y a la salida de la misma, objeto de todas las miradas, recibían complacidos de manera espontánea, obligados y sentidos parabienes y deseos de felicidad, no sin faltar de los más íntimos, bromas y chascarrillos referidos a la situación del momento, con la condescendiente y seráfica paciencia, digna del bíblico JOB. Hoy día, salvo por algún nostálgico y costumbrista sacerdote, esta manifestación y notificación orales no se realizan, sino que mediante una notificación escrita colgada del tablón de anuncios existente a la puerta de la iglesia o bien a través de boletines parroquiales se hace público el acontecimiento, siempre que el matrimonio sea eclesiástico y civil si es la opción elegida por el futuro matrimonio.
-La instauración de esta costumbre data de hace siglos, allá por la época medieval por la proliferación y abundancia de matrimonios consanguíneos, así como asegurar que los contrayentes iban sin presiones y coacciones, sino con total y absoluta libertad y que poseían conocimientos religiosos del acto sacramental que habían decido celebrar.
-También cuenta la historia que fue Carlomagno, quien alarmado de las continuas y constantes aventuras extramatrimoniales que tenían nobles y ricos con damas a punto de casarse y que ellos consideraban como un trofeo, el rey franco promulgó un edicto que obligaba a hacer público cualquier matrimonio siete días antes de su celebración y evitar estos comportamientos deshonestos, con la denuncia de tan execrables conductas. Él disfrutó de innumerables concubinas, no obstante. Saludos
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid (Seguimos con el tiempo primaveral y altas temperaturas para la época)