EL MARIQUELO.
Esta es la historia del MARIQUELO, que en anterior escrito ofrecí comentarla para aquellas personas que desconocían el origen y motivo de su existencia, así como de la tradición y rito por él practicados.
Evitando y soslayando datos históricos que con profusión, amplitud y abundancia existen sobre el terremoto acaecido en Lisboa el 1 de Noviembre de 1755, localizando su epicentro en el Atlántico, frente a las costas de Lisboa, y uno de los más destructivos y mortales de la historia comparable e incluso superando al famoso de San Francisco, quiero centrarme en la relación, conexión, correspondencia y paralelismo existentes entre dicho terremoto y el MARIQUELO. Cómo éste es consecuencia de aquello; una realidad existencial de uno con el otro. Según los informes contemporáneos indican, su duración fue entre tres y seis minutos, con una magnitud de 8 a 9 en la escala de Richter- sistema de medida sísmica posterior- y causando la muerte entre 60.000 y 100.000 personas. El seísmo fue seguido de un maremoto e incendios, quedando la bella y señorial ciudad lisboeta totalmente destruida. Donde más afectaron sus consecuencias, fue al Oeste de la Península y la costa occidental española, trasmitiéndose las ondas sísmicas a toda España, llegando a la Rioja y a Asturias, y por su proximidad, lógica y naturalmente a Salamanca. En la capital charra, la población, presa de pánico se refugió en la catedral, mientras las campanas, sin intervención humana, tañían y como efecto de ello y del movimiento de la tierra, se produjo la inclinación de la torre de la Catedral Nueva y que actualmente se mantiene. Como consecuencia de ello, el Cabildo Catedralicio estableció, lo que más tarde se convertiría en tradición, que todos las vísperas del día de Todos los Santos, subiese alguien para tocar las campanas, incluso la más alta, como acción de gracias al Señor para evitar mayores catástrofes y rogar para que no sucediera nuevamente, y la necesidad de medir año tras año la inclinación de la torre para que no continuara con esta tendencia, y en su defecto subsanarla. El encargado de cumplir con tal fin, y que debía de trepar al pináculo con la misión de medir la tendencia angular de la torre, era la familia de los MARIQUELOS, que vivía dentro de la Catedral, y que era la responsable de tocar las campanas cuando correspondía. Por cierto, los amantes del arte y los poseedores de inquietudes contemplativas y degustadores de bellezas arquitectónicas salmantinas, habrán tenido la oportunidad de disfrutar y apreciar la exposición “IERONIMUS”, que con motivo de la capitalidad europea, se inauguró en el 2002, récord de visitantes, que aun se puede creo que visitar, ya que se ha convertido en exposición permanente, donde recibirá, con documentación gráfica, visual y sonora, explicación de los efectos del terremoto citado, así como del total del conjunto catedralicio salmantino, con vistas desde las galerías, a través de ventanas góticas geminadas de la torre de la Catedral Vieja, contemplar en la distancia el imponente e impresionante y magnífico retablo de la Catedral Vieja, amén de otras vistas de sumo interés por su belleza, como la que nos ofrece desde una de las terrazas de la Catedral, toda la panorámica de la ciudad. Pues bien. Esa función de comprobar e inspeccionar para evitar que el ángulo inclinado de la torre se agravara y fuera a mayores y que las campanas tañeran para rogar y pedir a Dios que no ocurriera de nuevo tragedia similar, se mantuvo desde entonces, cumpliendo fielmente con el rito la familia MARIQUELO, hasta el año 1976, en el que FABIÁN, descendiente de la familia citada, cumplió por última vez con la tradición y el rito. Hubo dos motivos importantes para ello: Uno, la muerte de un hijo en accidente de tráfico y otro que la casa donde vivía en la Catedral no reunía ya las condiciones de habitabilidad, requeridas y necesarias del momento. El 31 de Octubre de 1985, ÁNGEL RUFINO DE HARO, el que nos deleitó con sus charradas en la misa y procesión de la fiesta, toma el testigo de la tradición y decide reiniciar el rito, por respeto y en honor de aquella familia y amor por revivir y mantener las costumbres charras, según me manifestó. Desde entonces todos los años, el 31 de Octubre, vestido con su traje charro y pertrechado con sus instrumentos musicales, sube al exterior de la cúpula y desde esta posición toca una serie de charradas para disfrute de los atónitos y asombrados visitantes y admiradores. Personaje, ¡por cierto!, yo lo comprobé personalmente, entrañable, amable, afable, educado, respetuoso y ameno en el trato. Siempre dispuesto a satisfacer y responder a cualquier pregunta que sobre el tema se le requiera e inquiera. Rezuma tradición charra por los cuatro costados y su rostro, cuando contesta, se le inunda de alegría y felicidad. Lleva, pasea y da a conocer a Salamanca y su folclore por todo el mundo, desde hacer un pasacalles por la 5ª avenida neoyorquina al son de la gaita y el tamboril, subirse a la estatua de la Libertad y tocar música tradicional charra, así como a las pirámides de Egipto, hasta subirse al célebre “Cristo Redentor” en la cima del “Cerro del Corcovado” de Río de Janeiro. Típico personaje charro. He quedado invitado por el MARIQUELO a presenciar su espectáculo y creo que, de no mediar impedimento, asistiré gustoso. Aunque directa e intrínsecamente no tenga relación esta historia con el pueblo ni esencial e íntimamente le afecte aparentemente, sí, que como salmantino y castellano que soy, reivindico y reclamo el mantenimiento de las tradiciones y costumbres y transmitir a otras generaciones lo heredado de anteriores, por considerarlo y estimarlo valioso, ya que considero tradicional los valores, doctrinas, usos creencias, etc. por la coincidencia con la cultura y sabiduría popular, manteniéndolas y conservándolas, no obstante, susceptibles de modificación y renovación para que ellas, la tradición y costumbres, sigan siendo útiles, ya que lo positivo de la tradición es manifiesto, porque el progreso, la civilización, y la ciencia, serían imposibles sin esa transmisión. Esto lo dice y expresa la definición. Por todo ello, admiro a estas personas, como el MARIQUELO y otras, ocultas en el anonimato, que trabajan tanto por ello en todos los campos y actividades para disfrute y goce de todos. Es mi opinión y parecer y como tal lo expreso y lo siento. Saludos.
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid
Esta es la historia del MARIQUELO, que en anterior escrito ofrecí comentarla para aquellas personas que desconocían el origen y motivo de su existencia, así como de la tradición y rito por él practicados.
Evitando y soslayando datos históricos que con profusión, amplitud y abundancia existen sobre el terremoto acaecido en Lisboa el 1 de Noviembre de 1755, localizando su epicentro en el Atlántico, frente a las costas de Lisboa, y uno de los más destructivos y mortales de la historia comparable e incluso superando al famoso de San Francisco, quiero centrarme en la relación, conexión, correspondencia y paralelismo existentes entre dicho terremoto y el MARIQUELO. Cómo éste es consecuencia de aquello; una realidad existencial de uno con el otro. Según los informes contemporáneos indican, su duración fue entre tres y seis minutos, con una magnitud de 8 a 9 en la escala de Richter- sistema de medida sísmica posterior- y causando la muerte entre 60.000 y 100.000 personas. El seísmo fue seguido de un maremoto e incendios, quedando la bella y señorial ciudad lisboeta totalmente destruida. Donde más afectaron sus consecuencias, fue al Oeste de la Península y la costa occidental española, trasmitiéndose las ondas sísmicas a toda España, llegando a la Rioja y a Asturias, y por su proximidad, lógica y naturalmente a Salamanca. En la capital charra, la población, presa de pánico se refugió en la catedral, mientras las campanas, sin intervención humana, tañían y como efecto de ello y del movimiento de la tierra, se produjo la inclinación de la torre de la Catedral Nueva y que actualmente se mantiene. Como consecuencia de ello, el Cabildo Catedralicio estableció, lo que más tarde se convertiría en tradición, que todos las vísperas del día de Todos los Santos, subiese alguien para tocar las campanas, incluso la más alta, como acción de gracias al Señor para evitar mayores catástrofes y rogar para que no sucediera nuevamente, y la necesidad de medir año tras año la inclinación de la torre para que no continuara con esta tendencia, y en su defecto subsanarla. El encargado de cumplir con tal fin, y que debía de trepar al pináculo con la misión de medir la tendencia angular de la torre, era la familia de los MARIQUELOS, que vivía dentro de la Catedral, y que era la responsable de tocar las campanas cuando correspondía. Por cierto, los amantes del arte y los poseedores de inquietudes contemplativas y degustadores de bellezas arquitectónicas salmantinas, habrán tenido la oportunidad de disfrutar y apreciar la exposición “IERONIMUS”, que con motivo de la capitalidad europea, se inauguró en el 2002, récord de visitantes, que aun se puede creo que visitar, ya que se ha convertido en exposición permanente, donde recibirá, con documentación gráfica, visual y sonora, explicación de los efectos del terremoto citado, así como del total del conjunto catedralicio salmantino, con vistas desde las galerías, a través de ventanas góticas geminadas de la torre de la Catedral Vieja, contemplar en la distancia el imponente e impresionante y magnífico retablo de la Catedral Vieja, amén de otras vistas de sumo interés por su belleza, como la que nos ofrece desde una de las terrazas de la Catedral, toda la panorámica de la ciudad. Pues bien. Esa función de comprobar e inspeccionar para evitar que el ángulo inclinado de la torre se agravara y fuera a mayores y que las campanas tañeran para rogar y pedir a Dios que no ocurriera de nuevo tragedia similar, se mantuvo desde entonces, cumpliendo fielmente con el rito la familia MARIQUELO, hasta el año 1976, en el que FABIÁN, descendiente de la familia citada, cumplió por última vez con la tradición y el rito. Hubo dos motivos importantes para ello: Uno, la muerte de un hijo en accidente de tráfico y otro que la casa donde vivía en la Catedral no reunía ya las condiciones de habitabilidad, requeridas y necesarias del momento. El 31 de Octubre de 1985, ÁNGEL RUFINO DE HARO, el que nos deleitó con sus charradas en la misa y procesión de la fiesta, toma el testigo de la tradición y decide reiniciar el rito, por respeto y en honor de aquella familia y amor por revivir y mantener las costumbres charras, según me manifestó. Desde entonces todos los años, el 31 de Octubre, vestido con su traje charro y pertrechado con sus instrumentos musicales, sube al exterior de la cúpula y desde esta posición toca una serie de charradas para disfrute de los atónitos y asombrados visitantes y admiradores. Personaje, ¡por cierto!, yo lo comprobé personalmente, entrañable, amable, afable, educado, respetuoso y ameno en el trato. Siempre dispuesto a satisfacer y responder a cualquier pregunta que sobre el tema se le requiera e inquiera. Rezuma tradición charra por los cuatro costados y su rostro, cuando contesta, se le inunda de alegría y felicidad. Lleva, pasea y da a conocer a Salamanca y su folclore por todo el mundo, desde hacer un pasacalles por la 5ª avenida neoyorquina al son de la gaita y el tamboril, subirse a la estatua de la Libertad y tocar música tradicional charra, así como a las pirámides de Egipto, hasta subirse al célebre “Cristo Redentor” en la cima del “Cerro del Corcovado” de Río de Janeiro. Típico personaje charro. He quedado invitado por el MARIQUELO a presenciar su espectáculo y creo que, de no mediar impedimento, asistiré gustoso. Aunque directa e intrínsecamente no tenga relación esta historia con el pueblo ni esencial e íntimamente le afecte aparentemente, sí, que como salmantino y castellano que soy, reivindico y reclamo el mantenimiento de las tradiciones y costumbres y transmitir a otras generaciones lo heredado de anteriores, por considerarlo y estimarlo valioso, ya que considero tradicional los valores, doctrinas, usos creencias, etc. por la coincidencia con la cultura y sabiduría popular, manteniéndolas y conservándolas, no obstante, susceptibles de modificación y renovación para que ellas, la tradición y costumbres, sigan siendo útiles, ya que lo positivo de la tradición es manifiesto, porque el progreso, la civilización, y la ciencia, serían imposibles sin esa transmisión. Esto lo dice y expresa la definición. Por todo ello, admiro a estas personas, como el MARIQUELO y otras, ocultas en el anonimato, que trabajan tanto por ello en todos los campos y actividades para disfrute y goce de todos. Es mi opinión y parecer y como tal lo expreso y lo siento. Saludos.
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid