AGRADECIMIENTO
-Ante las muestras de dolor recibidas por la muerte de María, su esposo José Miguel, sus padres Fernando (Tito) y Maribel y sus hermanos Gema, Silvia y Choe, así como sus padres y hermana políticos os agradecen profundamente y con inmenso cariño vuestra presencia y acompañamiento personales, así como todo el afecto, amistad y amor demostrados en momentos tan sumamente dolorosos, e igual reconocimiento y gratitud a todos aquellos que, a través de este medio, han expresado su más profundo pesar y condolencia. Para todos ellos ¡MUCHAS GRACIAS! y que Dios os bendiga por todo ello.
- Quizá, y alguien me lo podrá reprochar, no sea este el medio idóneo y adecuado para expresar públicamente sentimientos que pertenecen a la intimidad y la privacidad familiares, pero en infinidad de ocasiones es necesario y saludable el testimonio, conocimiento y manifestación públicos de ellos a las personas origen de esas sensaciones, afectos y sentires, y que todo ello, unido a su fe en Dios, sirva para desarrollar la fortaleza necesaria para hacer frente a su angustia y desconsuelo. Intento huir, por malas consejeras, de las palabras piadosas y convencionales de misericordia, participando, no obstante, a su lado, unas veces de los significativos y estremecedores silencios, otras de su dolor y de su llanto, y algunas de su humana ira y su comedida y atemperada rabia y de muchos ¿” por qué”?.
- A lo largo de estos fatídicos e interminables días de desconsuelo y aflicción, llenos de momentos donde se conjugaban la esperanza y la desesperanza, la fe y la duda, he visto comportamientos y actitudes, que me han transmitido varios ejemplos y enseñanzas que han conmocionado, impresionado y enriquecido profundamente mi ánimo y mi ser: Ante la adversidad, la desgracia, el infortunio y el dolor, he visto y confirmado el proceder, el comportamiento y la grandeza de sensibilidades y sentimientos de una gran familia, -sin distinción de edades, - fuerte e intensamente unida y participativa, no sólo en las alegrías, que es fácil, sino, en estos dolorosos momentos, para aliviar, suavizar, mitigar y compartir, en lo humanamente posible, la magnitud del dolor, la pena y el abatimiento. ¡Ojalá que así sea! Y ¡ojalá! que con ello consigamos aquello que decía el poeta alemán C. A. Tiedge: “La alegría compartida es doble alegría, el dolor compartido es medio dolor”.
- Habéis sido vosotros, -padres, hermanos y esposo-, y juzgo desde mi apreciación personal y también compartida por otras personas, un modelo, ejemplo y paradigma de fortaleza y entereza de ánimo, serenidad y energía de espíritu, que os transmitía y os transmite quien vosotros sabéis. Es una manifestación personal de admiración y reconocimiento sinceros a vuestros encomiables y admirables comportamientos y actitudes, observados, apreciados y recibidos a lo largo de muchos días de hospital, y no fruto de una consideración circunstancial o casual.
- Es momento de terminar para que las emociones y los sentimientos no me dominen y hago constar que todo lo escrito, no es simple retórica o mero formulismo, sino producto del afecto, del cariño a una afligida y angustiada familia con el vivo y ardiente deseo de que su dolor y pena se aminoren y se atenúen eclipsados por los bellos, tiernos, dulces y cariñosos recuerdos que tenéis abundante y profusamente. ¡Que Dios os ayude y proteja!
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid
-Ante las muestras de dolor recibidas por la muerte de María, su esposo José Miguel, sus padres Fernando (Tito) y Maribel y sus hermanos Gema, Silvia y Choe, así como sus padres y hermana políticos os agradecen profundamente y con inmenso cariño vuestra presencia y acompañamiento personales, así como todo el afecto, amistad y amor demostrados en momentos tan sumamente dolorosos, e igual reconocimiento y gratitud a todos aquellos que, a través de este medio, han expresado su más profundo pesar y condolencia. Para todos ellos ¡MUCHAS GRACIAS! y que Dios os bendiga por todo ello.
- Quizá, y alguien me lo podrá reprochar, no sea este el medio idóneo y adecuado para expresar públicamente sentimientos que pertenecen a la intimidad y la privacidad familiares, pero en infinidad de ocasiones es necesario y saludable el testimonio, conocimiento y manifestación públicos de ellos a las personas origen de esas sensaciones, afectos y sentires, y que todo ello, unido a su fe en Dios, sirva para desarrollar la fortaleza necesaria para hacer frente a su angustia y desconsuelo. Intento huir, por malas consejeras, de las palabras piadosas y convencionales de misericordia, participando, no obstante, a su lado, unas veces de los significativos y estremecedores silencios, otras de su dolor y de su llanto, y algunas de su humana ira y su comedida y atemperada rabia y de muchos ¿” por qué”?.
- A lo largo de estos fatídicos e interminables días de desconsuelo y aflicción, llenos de momentos donde se conjugaban la esperanza y la desesperanza, la fe y la duda, he visto comportamientos y actitudes, que me han transmitido varios ejemplos y enseñanzas que han conmocionado, impresionado y enriquecido profundamente mi ánimo y mi ser: Ante la adversidad, la desgracia, el infortunio y el dolor, he visto y confirmado el proceder, el comportamiento y la grandeza de sensibilidades y sentimientos de una gran familia, -sin distinción de edades, - fuerte e intensamente unida y participativa, no sólo en las alegrías, que es fácil, sino, en estos dolorosos momentos, para aliviar, suavizar, mitigar y compartir, en lo humanamente posible, la magnitud del dolor, la pena y el abatimiento. ¡Ojalá que así sea! Y ¡ojalá! que con ello consigamos aquello que decía el poeta alemán C. A. Tiedge: “La alegría compartida es doble alegría, el dolor compartido es medio dolor”.
- Habéis sido vosotros, -padres, hermanos y esposo-, y juzgo desde mi apreciación personal y también compartida por otras personas, un modelo, ejemplo y paradigma de fortaleza y entereza de ánimo, serenidad y energía de espíritu, que os transmitía y os transmite quien vosotros sabéis. Es una manifestación personal de admiración y reconocimiento sinceros a vuestros encomiables y admirables comportamientos y actitudes, observados, apreciados y recibidos a lo largo de muchos días de hospital, y no fruto de una consideración circunstancial o casual.
- Es momento de terminar para que las emociones y los sentimientos no me dominen y hago constar que todo lo escrito, no es simple retórica o mero formulismo, sino producto del afecto, del cariño a una afligida y angustiada familia con el vivo y ardiente deseo de que su dolor y pena se aminoren y se atenúen eclipsados por los bellos, tiernos, dulces y cariñosos recuerdos que tenéis abundante y profusamente. ¡Que Dios os ayude y proteja!
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid